vampire;minsung

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Minho llevaba alrededor de dos mil años en esta tierra, pero no fue hasta que conoció a Jisung que comenzó a sentirse con vida.

Aquel mortal lo encantó y hechizó como si fuese un hechicero de gran poder. Minho lo acortejó un par de meses hasta que estuvo seguro de que sus sentimientos eran correspondidos, porque en tantas décadas vividas jamás se había enamorado con esa magnitud de nadie, ni de un mortal ni de un inmortal. Sólo de Han Jisung. Y temía ser rechazado por él y perderlo de su aburrida e infinita vida, así, como si regresasen a siglos antiguos, Lee Minho cuidó cada acción y palabra que decía frente al humano, buscando encantarlo y lograr enamorarlo como él lo estaba.
Aún, y después de años juntos, besaba su mano al llegar a casa, cosa que nunca fallaba en hacer reír a su pareja.

No negaría que confesarle su naturaleza fue difícil, Jisung tardó bastante en creerle y en captar los mensajes directos que le dejaba el mayor. Todos sus temores, sobre que Han le dejará por miedo, se disiparon cuando Jisung entendió que era un vampiro y lo primero que hizo fue festejar diciendo que siempre quiso una pareja inmortal chupasangre.
Sí, justo de él Minho, un vampiro de gran edad y respetado entre miles de su especie, se había enamorado profundamente.

Pero tantos años de vida eran un pequeño problema para la memoria de aquel inmortal.

Como por ejemplo, aquel 25 de Marzo del presente año, la pareja celebraba su cuarto aniversario. Celebración que fue totalmente olvidada por Minho.

Cuando el inmortal regresó a su hogar compartido un repulsivo olor inundo su agudo sentido del olfato.

Minho caminó hasta sala donde se encontró con Jisung sentado mirando una serie que ambos habían comenzado juntos una noche antes.

—¡Hey! Prometimos verla juntos —refunfuñó y se acercó con la intención de abrazar a su pareja por detrás.

Se detuvo en seco al sentir el olor intensificarse. Fue ahí cuando le dio la vuelta a aquel mueble de piel y analizó a Jisung.

—¿De verdad, Han? —preguntó indignado mientras sus ojos miraban toda la plata que decoraba su cuello, orejas, brazos y dedos, además del insultante collar de ajo que descansaba sobre los brazos cruzados del humano.

El menor no dijo nada, mantuvo su mirada pegada en el televisor, ignorando olímpicamente a su novio.

Minho rodó los ojos y se sentó en el sillón junto al mueble donde descansaba Jisung, los metros de distancia suficientes para no quemarse.

Porque sí, aunque le pareciera absurdo, los vampiros tenían de debilidad el ajo y la plata.

Inmortales y con debilidades ridículas, vaya que tenían mala suerte.
Sin embargo, él seguía siendo el vampiro más afortunado que alguna vez será escrito en las historias, ya que tenía a Jisung con él.

Después de un episodio concluyera Minho decidió romper el silencio una vez más.

—La feria está a unas cuadras, el año pasado no pudimos ir por el cumpleaños de Hyunjin, ¿quieres ir? Estamos a tiempo para ver los fuegos artificiales —dijo esperanzado. Jisung lo miró por la corniza de sus ojos y se levantó sólo retirándose el collar de ajos y colocándolo con cuidado sobre la mesa de centro.

¿Qué le había hecho para que estuviera así?

Mientras caminaban a la pequeña feria de atracciones, donde Jisung caminaba unos cuantos pasos adelante aún ignorando al mayor, Minho evocaba su semana buscando la causa del comportamiento de su novio.

Al llegar Jisung caminó directo al laberinto de espejos y se adentró como si hubiese estado esperando y planificando aquello. Minho suspiró fastidiado y caminó con desgane a aquella atracción. No pudo dar dos pasos correctamente antes de chocar con uno de los vidrios. Miró hacia al frente y gruñó.

antología; skzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora