prince; chanin

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game of thrones/medieval au¡!


Jeongin podría mirar por la ventana del carruaje como caía lenta y armónicamente la nieve, podía observar con claridad como ésta iba cubriendo y aduéñandose de todo el terreno tiñéndolo de blanco a su placer.
De donde venía la nieve no caía, el clima era templado todo el año, la brisa que llegaba a él siempre olía a la sal del océano y de vez en cuando llovía a cántaros, alimentando más el mar que rodeaba la isla donde residía su reino.

El príncipe miraba aquella desconocida tierra porque le dolía mirar los ojos de su padre, su valentía no era suficiente, mucho menos su control de emociones; sabía que en el momento que mirase al hombre sus ojos se inundarían en lágrimas y que la rabia tomaría el control de su razón, cosa que sólo provocaría que terminasen discutiendo como ya tantas veces lo habían hecho a lo largo del extenso trayecto de Dragonstone hasta el lugar donde terminaba su viaje. Además de que su madre debería estar cansada de intervenir en sus disputas, Jeongin no deseaba ver a su madre llorar una vez más por culpa de su inmadurez y de las decisiones abruptas que había tomado su padre. 

Así, tratando de olvidar la presencia de la cabeza de su familia, sujetó la mano de su madre mientras le sonreía suavemente y le indicaba con los ojos hacia la ventana donde podía verse un paisaje totalmente blanco. La mujer sonrió de igual manera y respondió el apretón con un gesto similar.

—Es un lindo lugar —susurró la mujer y Jeongin asintió—, ya verás que te gustará vivir aquí —añadió provocando que la sonrisa del joven príncipe se borrase.

Jeongin no pudo mirar más a su madre y su vista se fijo en el camino, ocultando sus ojos que nuevamente deseaban lagrimear. No pasó mucho antes de que los caballos y la carroza se detuvieran, las ganas de llorar del príncipe aumentaron pues finalmente habían arribado al nuevo hogar del rubio.

—Compórtate —su padre dijo severo antes de que la puerta de su carruaje se abriese. Aquel hombre fue el primero en bajar, su madre dio un suave apretón a la mano del joven y dio un corto beso sobre su pálida mejilla antes de ser la segunda en bajar. 

Jeongin inhaló y cerró sus ojos, sus párpados se abrieron al compás del aire que salía lento de su boca dejando un rastro de vaho.

Bajó de la carroza y sus ojos fueron fuertemente alumbrados, cosa que lo sorprendió, pues aquel invernal clima no dejaba que el sol se asomase por ningún lado pero aquellos rayos que lograban bajar a la Tierra, se reflejaban en la blanca nieve que consumía gran parte del terreno provocando que la iluminación del lugar fuera bastante.

Acomodó su oscura capa antes de mirar hacia la gran muralla frente a ellos donde les recibían una gran cantidad de soldados perfectamente en filas.

—Bienvenidos a Winterfell —un hombre de cabello oscuro que se encontraba a unos veinte pasos de ellos habló alegre. A su lado estaba una mujer de cabello rojizo y junto a ésta un chico de cabello castaño que miraba curioso a Jeongin, el príncipe no resistió la mirada del joven desconocido por lo que retiró sus ojos de aquel trío que los recibía para continuar admirando la estructura del castillo. 

Sus padres avanzaron hacia los desconocidos, Jeongin les imitó permaneciendo unos pasos detrás. Su padre estrechó la mano del hombre con gran alegría mientras su madre abrazó con cariño a la mujer, Jeongin no miró al chico, antes de llegar a él sus ojos regresaron rápidos a su padre.

—Stark, él es mi hijo, Jeongin —su padre presentó al rubio quien le dedicó una débil reverencia.

—Targaryen —el hombre de cabello oscuro pareció imitar a su padre—, él es mi hijo, Christopher —el hombre pasó un brazo por los hombros del chico de cabello castaño, el joven sonrió y se inclinó.

antología; skzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora