harry potter¡! au
Jeongin corría entre los infinitos pasillos del castillo con sus útiles escolares sobre sus brazos a punto de caer, su bata estaba mal acomodada exponiendo la blanca camisa de su uniforme cuyo cuello tenía atada de una manera extraña la colorida corbata roja y amarillo, su rubio cabello iba igual de desordenado que su ropa pero empeoraba cada vez que brincaba escalones y esquivaba alumnos.
La razón de aquella apresurada carrera era su sueño y la traición de sus compañeros quienes solamente adoraron la tierna imagen que daba el joven rubio dormido en lugar de despertarle para que llegase a tiempo a su clase de transformaciones, clase que Jeongin adora desde su primer año y no se permite faltar por la misma razón, pues de haber sido pociones quizá su siesta hubiera continuado.
—¡Hey no está permitido correr en los pasillos! —sí, bueno, Jeongin lo sabía perfectamente pero en ese momento no le importaba, estaba por llegar a los quince minutos perdidos de aquella interesante asignatura. Tan poco fue el interés que Yang ni siquiera detectó la dirección de aquel regaño (que los prefectos de otras casas ya también le habían hecho), ni siquiera miró hacia la persona, sólo continuó con su inquieto y rápido paso.
Cuando estaba por saltar a uno de los tantos escalones de la gran escalera fue tirado de su brazo izquierdo deteniendo por completo su caminar y causando que tuviese que sujetar sus libros con fuerza para que éstos no se regaran, sin olvidar que gracias al -poco delicado- tirón dio un par de pasos hacia atrás buscando no perder el equilibrio.
Una exhalación derrotada salió de sus delgados labios. Ni siquiera pelearía ni renegaría nada, después de veinte minutos la entrada a la clase era sellada y no había excepciones.
Jeongin tenía ganas de tener una pelea con el tiempo en ese preciso momento.
—No puedes sólo lanzarte a una escalera en movimiento —la voz que con anterioridad reprimió su urgida carrera volvió a regañarle mientras mantenía su mano sobre el delgado brazo de Yang.
—Si puedo, no debo —corrigió el gryffindor dispuesto a encarar a su mayor. Se sentía irritado por como estaba yendo su mañana y nada lo detenía a no desquitarse con aquel prefecto.
Pero toda su molestia desapareció en cuanto miró al chico que le impidió llegar a su clase. Christopher Bang estaba frente a él mirándolo con una ceja alzada y un gesto divertido.
Jeongin quiso huir en cuanto reconoció al rubio. Aquel chico de quinto año compartía casa con Jeongin y podría no ser prefecto pero era respetado y admirado como aquellos (Jeongin se atrevería a decir que inclusive más). Bang destacaba en todo, no era capitán de quidditch sólo porque respetaba a sus mayores y creía fielmente que con ellos al mando podría aprender mucho para cuando sea el momento de tomar aquel puesto. Su nombre era reconocido en cada casa y en boca de todos (docentes y alumnos). Cada persona compartía pensamientos positivos sobre el australiano, podría ser que de vez en cuando se escuchase hablar mal de él pero no era por errores que cometía el rubio sino envidia.
Chan, como era llamado por su círculo amistoso (casi todos los residentes de Hogwarts), era un chico increíble. Un chico que roba corazones con su cálida personalidad y lindos hoyuelos.
Claro que el corazón del pequeño hechicero no había sido la excepción.
La irritación que anteriormente lo atacaba, había sido violentamente cambiada por vergüenza que no tardó en dejarse ver en las orejas del apellidado Yang.
—Sé que llevas prisa pero tu vida también es importante, bonito —finalmente lo soltó y tomó los libros del joven para colocarlos sobre uno de bordes sobresalientes de una de las tantas columnas a su alrededor. Con sumo cuidado arregló el nudo de la corbata y terminó de ponerle la bata dejando el uniforme del menor lo más pulcro posible.

ESTÁS LEYENDO
antología; skz
Fiksi PenggemarDiversos one-shots o drabbles que voy escribiendo sobre shipps de Stray Kids o de ellos en general.