La noche ya reinaba en el país hace varias horas. La luna estaba en su más alto punto, con su blanca luz alumbrando el suelo tenuemente, mientras que una fresca brisa movía las hojas de las altas palmeras con suavidad y dulzúra.
Todos los tíos y primos ya se encontraban en sus respectivas casas. Mientras que el grupo visitante también dormía.
En la casa de Moma, dormían los padres de los niños en dos habitaciones diferentes, mientras que en la casa de Cori se encontraban durmiendo los niños, todos en el mismo cuarto, el cual tenía dos camas.
En primera cama dormían Millie, Finn y Jack, mientras que en la otra dormían Asher y Camila. Pero ahora mismo, en este justo momento, en la segunda cama solo estaba Asher.
Aquella castaña de ojos brillantemente celestes se encontraba fuera de la casa. O bueno, algo así.
Había abierto la puerta que llevaba al patio trasero, y estaba sentada en el umbral de esta, concentrada en su alrededor. Miraba el extenso campo que se extendía frente a ella, las plantaciones de piña, las palmeras, algunos perros que pasaban jugando en la tierra. Todo esto en el profundo silencio del canto de un grillo.
Relajante.
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Por el momento, sus ojos estaban fijos en aquella blanca luna llena, y una pequeña sonrisa se asomaba por sus sellados labios. Parpadeó con tranquilidad, apreciando el momento.
En su cama, Finn comienza a removerse con incomodidad. Se queda quieto unos segundos para ver si se sentía más cómodo en su nueva posición, pero no fue así. Hizo una pequeña rabieta mientras se paraba con enojo y salía de la cama.
Estaba todo sudado lo cual hizo que hiciera una mueca, murmuró maldiciones caminando hacia el abanico y colocándose justo frente a este. Ya que era de pared, no de techo.
Suspiró sintiendo el viento llegando más claramente a su rostro, giró este para que la brisa tocara su cuello. Y cuando volteó, se dio cuenta que en la otra cama solo Asher estaba ahí, durmiendo gustosamente.
El ruloso entrecerró sus ojos por unos segundos notando esto, volvió a mirar al abanico, y segundos después hacia la salida de la habitación, se mordió los labios pensando durante unos minutos.
Cerró la puerta del cuarto con todo el silencio y lentitud del mundo, soltó un suspiro comenzando a caminar por el pasillo. Llegó a la oscura sala, y se quedó parada en medio de esta. Y de un momento para otro giró su cabeza hacia la izquiera. Encontrándose con ella.
Vio su espalda con algo de sorpresa, y sin más comenzó a caminar hacia ella en silencio. Se colocó detrás, observando su cara por unos segundos. No sabía que estaba ahí. Sus ojos brillaban perdidos en el exterior, mientras que sus labios aún estaban cerrados.
-Hola-susurra Finn sentándose a su lado.
-¡Oh, Dios!-ella da un enorme respigno colocando una mano en su pecho, haciéndolo reír-Diablos, me asustaste-suspiró cerrando sus ojos.
