nine

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─Hola, Diane─Saludó de igual forma Gowther, posicionando sus manos en las mejillas de la castaña limpiando con sus pulgares las lagrimas que caían─Tus ojos son hermosos, no llores.

─Es que me alegra tanto verte Go-─Fue interrumpida por el azabache.

─Armando. Así no evitamos sospechas de los campesinos─Aclaró con una sonrisa.

─Está bien, Armando─Mencionó su apodo con un tono de burla.

─Si ya terminaste de burlarte de mí, ¿A dónde ibas?─Inquirió con curiosidad, separandose.

─A mi "hogar"─Hizo comillas con una de sus manos ya que la otra la tenía ocupada por la canasta con frutas, verduras y carne.─¿Me acompañas?

─Con gusto─Aceptó y Diane se dispuso a caminar para guiarlo, este la seguía mientras conversaban de los libros que había leído, debatiendo con teorías.

Diane se detuvo al frente de una casa pintada de un color crema, con algunas hiervas en las grietas de estás, tenia unas flores naciendo en la maceta de la ventana, abrió la puerta despacio.

─¡Edgar, ya llegué!─Canturreo lo último la gigante, hiendo a la cocina, mientras Gowther cerraba la puerta siguiendo a su compañera.

─Hola Day- ¿Quién es él?─Le preguntó con curiosidad el niño.

─Él es Armando. Armando, él es Edgar el niño que cuído─Presentó la de hebras marrones con serenidad.

─Dime, ¿Son novios?─Preguntó con ingeniudad el pequeño, haciendo que ambos se sonrojaran.

─No, solo somos amigos, solo eso─Aclaró el azabache calmando su sonrojo cruzando miradas con Diane.

─Oh, vaya. Dayana, Mead me invitó a jugar un rato ¿Puedo ir?─Preguntó con una pequeña sonrisa.

─Claro, pero ven antes del anochecer─Contestó y ordenó con una sonrisa en sus labios mientras picaba las verduras ya en una tabla.

─Seguro, ¡Adiós señor!─Se despidió el niño dejando en ese casa a los dos individuos.

Gowther volteó a ver a Diane, posicionandose a su costado─¿Te puedo ayudar en algo?

─Puedes poner a hervir el agua, ¿Por favor?─Él asintió siguiendo las ordenes de la castaña quien después de haber hervido el líquido sumergió las verduras en ellas.─Bien, solo queda esperar ¿Quieres hacer algo?

─Traje un libro ¿Lo quieres leer junto a mí?─Señalo su bolso, ella obedeció, el muñeco tranquilamente se sentó y dejo a un lado su bolso sacando el libro. La de hebras marrones se posicionó a su lado quedando bastante juntos para disfrutar de una pacífica lectura.

Pasado los minutos Diane se acomodó de forma en quedar acostada encima del regazo del temporalmente azabache quien siguió leyendo para brindarle euforia y serenidad a la pequeña gigante encima de él. Las palabras de aquel muñeco eran claras y con un tono de serenidad, solo se escuchaba su voz y el respirar de Diane quien lo veía con sus ojos morados, cerrandolos de apoco dando un último respiró antes de caer en los brazos de Morfeo.

─Ella volvió con su amado, llorando en sus brazos por eso dolor de haber estado lejos de él todo ese tiempo. Fin─Finalizó con una sonrisa, acarició la cabeza de Diane tocando esos cabellos sedoso con fragancia a la fresas, comtempló aquel rostro sin ninguna imperfección descansando tan placidamente en la pelvis de él. Con cuidado se levantó y dejó la cabeza de Diane en un cojín, seguidamente fue a apagar la sopa la cual habían dejado hace unos cuantos minutos.

Mɛ Tɛռɢօ Qʊɛ Iʀ      ↳κιαπε  |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora