forty four

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Pregunta del día: ¿Recomendarían esta historia?
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Narración omnisciente.

Llegaron a Vanya, donde estarían unos pocos minutos mientras Meliodas iba por cerveza de allí.

Harlequín bajo a la aldea, muchas personas le miraron sorprendida, los niños un poco aterrados, mas ni le importó. Al andar por el mercadillo que había vio una pulsera de cadena, con un dije de una flor blanca.

─Disculpe ¿Cuánto por aquella manilla?─Preguntó con una sonrisa el rey hada, mientras apuntaba dicho objeto con su dedo.

─Treinta y cinco monedas de oro, joven─Respondió el vendedor, el hada saco de su bolsillo una pequeña bolsita, la cual contenía las monedas de oro que había recibido de Meliodas para comprarse algo.

Luego de comprar aquel obsequio, se dispudo a guardarlo en su bolsillo, puesto que aún no era el momento de darselo a Diane.

•••

El toqueteo en la puerta de aquella viviendo alertó al pequeño Edgar de que alguien había llegado, bajo despacio las escaleras, puesto que aún no recibía señales de su niñera Dayana. En este lapso de tiempo él ya tenía nueva niñera llamada Isabel, pero en este momento se encontraba haciendo la compra semanal.

─¡Ya voy!─Exclamó el niño cuando faltaban unos escalones para terminar de bajar. Seguido a esto, termino de bajar los escalones y al abrir la puerta quiso llorar de alegría─¡Dayana, Armando!

─Hola pequeñ-─La castaña fue interrumpida al caer al suelo, ya que Edgar se había lanzado abrazando a los dos.

─¡Los extrañé, los extrañé!─Repetía entusiasmado el niño mientras abrazaba el cuello de ambos mientras pequeñas lágrimas cristalinas de alegría se escapaban de sus ojos marrones.

─No más que nosotros─Habló el de hebras fucsias.

Al levantarse los tres entraron a la casa, la cual tenía un ambiente deprimente y serio, a diferencia de cuando el niño era cuidado por la fémina. Incluso donde hace unos años había un jarrón decorado con flores estaba siendo reemplazado por una aburrida vela blanca.

─Edgar─Le llamó la castaña─. ¿Dónde está tu hermana Karen?

─¿Dónde más que en el reino de Liones?─Inquirió el pequeño─. Actualmente contrato otra niñera, Isabel.

─¿Dónde está?

─En el mercado haciendo la compra semanal.

─Ya veo.

Así pasaron unos veinte minutos hasta que la niñera de Edgar llegó. Al escuchar el toqueteó de la puerta Gowther se levantó del sillón y abrió la puerta de madera encontrándose con la supuesta Isabel:

Cabello platinado en una trenza que descansaba sobre su hombro derecho, sus ojos azules oscuros capaces de inculcar en tu alma y sacar tus mayores inseguridades, tez blanca casi como la nieve, sus labios rojizos como cerezas, era flaca y de estatura promedio, su nariz era respingada y levemente colorada en la punta al igual que sus mejillas, sus pestañas largas y rizadas, su mira fría y calculadora; Poseía un vestido marrón que tenía una capa de otro marrón más oscuro, sus zapatos no se veían por el largo de su falda; Unos veinticinco o veintisiete tendría aquella fémina. Algo que al parecer el de hebras fucsias sólo se dio cuenta era una gargantilla negra con un diamante del mismo color que había en su cuello.

─¡Hola! Mucho gusto─La de orbes amatistas se levantó del sillón y se acercó a la puerta y ofreciendo su mano derecha, expresó con una sonrisa:─Soy Diane la exniñera de Edgar, un placer.

Mɛ Tɛռɢօ Qʊɛ Iʀ      ↳κιαπε  |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora