twenty nine

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─¡Esa maldita hada!─Gritó Matrona llena de cólera. Luego miró a la diosa quien estaba escupiéndo sangre mientras tocía.─¿No se supone que las diosas son seres puros? ¡Tú eres una basura andante! ─Gritó lo último mientras lágrimas caían de sus dos orbes amatistas, luego soltó su agarre y Elizabeth cayó en la hierba, seguido de esto unas pequeñas luces blancas curaron las heridas y esfumaron la sangre que tenía la fémina en el cuerpo, poco a poco se incorporó y miró con el ceño fruncido a la gigante a quien grandes gotas de lágrimas mojaban sus mejillas.

─Sé que somos unas mierdas, basuras y ratas inmundas.─Matrona desvió la mirada.─Pero somos seres vivientes, cometimos muchos errores y queremos expiar nuestro pecado aunque este es tan grande que es imposible expiarlo por completo.─Miró al piso la albina conteniedo las lagrimas, pero estas nunca salieron y ella levanto la cabeza en alto.─¡Y el primer paso es encontrando a Diane, y perdirle perdón  como perros! Por eso... ─Extendió su mano.─Quiero que nos ayudes Matrona, no lo hagas por nosotros, no lo hagas por tu clan, hazlo por Diane, la reina de los gigantes.

•••

La diosa surcaba por cielos con felicidad, aquella gigante rubia había aceptado su petición.
Aunque esa felicidad se desvaneció al ver aquella hada que se hacía nombrar rey en el techo de la taberna.
Sin determinarlo entró a la taberna, saludó a los presentes allí y subió al cuarto donde actualmente dormía, se tiró a la cama y poco a poco sus párpados comenzaron a pesar, y fue recibida en el reino de Morfeo.

Los rayos del sol parecían ser fuego, hoy era un día caluroso y nuestro querido dúo caminaban recibiendo los rayos en su máximo esplendor, bueno a solo nuestra fémina le afectaba este calor.

─¡Ahg! ¿Cuánto falta?─Se quejó la
castaña quien estaba ya cansada al tener que caminar tanto y el clima no ayudaba en nada.

─Nos faltan una o dos horas, no te preocupes─Respondió con serenidad el de melena fucsia.

─Tú, o sea. ─Él la miró y ella con su mano jalo un poco de su cabello.

─O sí.─Su cabello comenzó a aclararse hasta quedar rubio, luego sus ojos se volvieron azules.─¿Mejor?

─No es que sea mejor, pero si te ven estaremos en grandes problemas.─Expresó risueña la castaña, mientras entrelazaba su brazo con el de él.─¡Vamos a Camelot!─Exclamó alegre mientra lo jalaba, aunque él al principio la miro sorprendido formo una sonrisa en su rostro.

Al pasar los minutos, que parecían segundos, los dos individuos reían sin parar acordándose de todo lo que pasaron en Vanya.

─Recuerdo cuando se nos quemó la sopa, parecías una loca.─Comentó riendo el de orbes diamantes.

─¡Oye! ¿Sabes cuánto me costó hacerla? ¡No es facil! ¿Eh?─Respondió fingiéndo molestía la castaña, aunque al final de lo dicho empezó a reír sin parar, pero en un momento se quedó en silencio, y el rubio lo mismo.─¿Crees que podamos volver a ver a Edgar? Le extrañó tanto...

─¿Lo dudas? Obviamente iremos a ver a ese diablillo en algún momento de nuestras longevas vidas, no te preocupes ¿Sí?─Ella asintió.─ Lo primordial ahora es llegar a Camelot.

Mɛ Tɛռɢօ Qʊɛ Iʀ      ↳κιαπε  |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora