fifty three

492 52 30
                                    

Sus manos temblaban levemente a medida que avanzaba a trávez de los girasoles, evitando dañar las flores en el camino, pero era practicamente imposible no pisarlas. A la lejanía veía las magnificas y grandes alas de Harlequín, sentado en un mantel verde menta. Se aproximaba mientras su corazón palpitaba rápidamente contra su pecho.

─¿King?─Llamó con su voz suave, parándose detrás de él, estando encima de algunos girasoles. El susodicho se volteo mirando aquellos enormes amatistas que lo miraban atentamente. Observando y detallando el cuerpo de la contraria.

Sonrió tiernamente. ─Diane, ven, sientate ─Expresó alegre, ella hizo caso y se sentó tranquilamente a su lado, dejando sus piernas dobladas hacia un lado.

─Está hermoso este lugar ¿Cómo supiste que me gustaría?─Preguntó con una sonrisa mirando al hada.

─Irradiaba alegría, igual que tú ─Respondió con un sonrojo rosado en sus pómulos ─Aquí venía cuando te extrañaba, que era la mayoría del tiempo─ Sus ojos se cristalizaron y lágrimas amenazaron con desvordarse. ─Perdóname por todo lo que ha pasado, una estúpida maldición hizo que te hiciera daño, no me lo perdonaré nunca, jamás, no te merezco y jamás lo haré. Entiendo sí ahora mismo no te gustaría pasar el redto del día conmigo.

Diane se levantó del mantel, dio media vuelta y comenzó a caminar.

Harlequín empezó a llorar hasta que la cálidez de unos brazos lo envolvieron de delicadez.

─King ─Llamó con su tierna voz la fémina de nombre Diane─ Tú me mereces más que nadie, y no quiero pasar este días contigo, quiero pasar toda mi vida contigo, quiero casarme y tener hijos contigo, y más que eso. Y no llores, te lo ruego ─Dio la vuelta y se encontró con los orbes color miel que su amado poseía.

─Te amo, te adoro, nunca me cansaré de decirlo, eres lo más hermoso que he podido ver en este mundo, no sé que sería la vida de este estúpido rey sin su gigante. Te necedito y añoraré cada segundo el tenerte a mi lado, quiero pasar el resto de nuestras lóngeavas vidas juntos, formar una familia y morir a tu lado.

Se dejó caer en el regazo del hada ─Eso sería un placer, su majestad.

Con la risa del hada empezaron los intercambios de chistes por ambos lados.

El crépusculo cayó, bañando las flores amarillas que se teñían naranjas por la luz. Nuestros dos amantes se mantenían agarrados de la mano gozando y siendo hipnotizados por el paisaje de colres cálidos, estaban en un silencio, tal que se podían escuchar sus respiraciones calmadas, los latidos de sus corazones bañandos en un amor de verdad y la sangre corriendo por sus venas.

─Harlequín... ─Lo llamó con nervisismo en su voz la fémina. La miró con duda ─ ¿Tú... ? ─Las palabras no salían y sus ojos se cristalizaban─¿Tú estuviste en algún modo romántico con Ende? ─Preguntó rápidamente, las lágrimas traicioneras ya se había resbalado por sus mejillas, varias seguían el mismo recorriedo.

Sus manos fueron exiliadas de la cálidez de su contrario, pero fue rencompensada con un beso en su mejilla, y los finos dedos de él enredarse entre sus hebras marrones.

─Diane... Has sido y serás la única mujer que amé, la única con la que me habrá. Eres única para mí y nadie lo cambiará. Aún sí tenía que esperar docientos años mal para encontrarme contigo lo haría, porque te amo con locura y quiero demostratelo, por eso en ningún momento pensé en llevar una vida romántica con Ende, aunque me lo hubieran sugerido ¿Sabes por qué? Porque me enamoré de tí, de tus ojos, aroma, voz, chistes, respuestas incoherentes, la forma en la que te sonrojas, tu sonrisa, tu cantar, tu expresión corporal al hablar con las personas, de todo basícamente. Estoy loco por tí, ¿Dejarías que este loco rey te amé con locura y te bañé en ella?

Con sus manos temblando, tocó con sus yemas las mejillas de King, inspiró y se embriagó con el aroma corporal de este, él con su lengua se relamió sus labios descaradamente y con lentitud apoyó sus labios finos en la yugular de Diane, dando un recorrido de besos hasta su clavícula donde se detuvo y succiono con ternura la zona.

─King... ─Jadeó con pesadez y ternura la chica, enredando sus dedos en el cabello del contrario, trayéndolo a ella como sí se fuera a escapar entre sus dedos.

Y allí se quedaron, bajo el crépusculo naranja y rosado que era testigo y espectante de su momentos de cotilleo, embriagando el ambiente con un amor real y puro siendo servido en una copa de caricias y besos.

Mɛ Tɛռɢօ Qʊɛ Iʀ      ↳κιαπε  |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora