fifty four

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Bosque del rey hada, 4:02 p.m.  7 de noviembre

─¡S-Señorita! ─Chilló el niño con su cara totalmente sonrojada.

─¿Qué? ¿No es eso lo que quieren? ─Se mofó con una sonrisa la castaña.

─¡C-Claro que no! ¡Digo sí, no! ─Contestó con nerviosismo la niña, que apretaba una flor entre sus manos.

Unas manos se posaron en los hombros de la castaña, y un beso fugaz fue depositado en su rosada mejilla.

─¿De qué hablan? ─Preguntó con una sonrisa el Rey hada atrás de su novia.

─¿A qué hacen bonita pareja?─Inquorió la de coletas apuntando a unos niños de apróximadamente ocho años, que estaban sostenidos de las manos completamente rojos.

─Supongo, cariño ¿Por qué?

─Porque yo creo que están destinados a casarse ─Expresó con una sonrisa Diane.

─¿Ah sí? ¿Por qué lo crees cielo?─Indagó con una media sonrisa el rey hada.

─Porque se aman mutuamente, se nota a leguas, y además se ven bastante bien complementados.

El niño de risos dorados y con ojos grises, un pañuelo color verde adornando su cuello y unos pantalones marrones. Dariel.

La niña de cabello revuelto y desordenado, largo de un tono rojo vino, sus orbes verdes lima, un vestido de piel de lobo, en su mano izquierda colgaba una margarita recién arrancada. Grettel.

─Ya terminé de hablar con sus padres, no deberían seguir jugando seguro los están buscando al otro lado del árbol.

─¡Sí, sí! Hasta la próxima ─Expresaron en un grito los niños saliendo a correr dónde les había indicado Harlequín.

Hace unas horas, Harlequín tuvo que volver al bosque, para negociar con unos bandidos que se habían colado en él, ellos no volverían con la condición de que les dieran suficientes frutas para una temporada.

─¿Y cómo te fue cielo? ─Preguntó Diane volteándose para contemplar a su rey.

─Bien, o eso creo. No importa deberíamos volver rápido para la boda de Merlín ¿No?─Cuestionó pasando sus brazos alrededor de la pequeña cintura de su amada.

─Es cierto, no quiero que se arrepienta de habernos confiado su apariencia en la boda─Mencionó entre pequeñas risas, enredando sus brazos en el cuello del contrario.

Intercambiaron una sonrisa cargada de amor y alzaron vuelo por el aire, los hombros desnudos de Diane, junto a sus piernas, se congelaban por el ambiente frígido, el invierno se acercaba.

Arrimaron al lugar donde se haría la boda, un monte donde se podía ver la luna en todo su esplendor.

Tocó su mejilla. ─Y pasado mañana la boda de Meliodas y Elizabeth... ─Murmuró la de hebras castañas, aferrada a su amante, quien descendía al suelo.

•••

─¿A la derecha o izquierda?─Preguntó Elizabeth organizando el adorno de cabello de Merlín.

─Izquierda ─Respondieron a unísono las otras dos; Diane arreglaba el vestido, Elaine con sus dedos impregnaba el pintalabios de frutos rojizos que ella había hecho.

─¡Listo!─Exclamó Elaine alejándose y observando a Merlín, quien se miraba en un espejo.

─Umm... No me arrepiento el dejar que experimentasen conmigo.

─Claro que no hermana─Comentó Elizabeth abrazando con su brazo a Merlín─ Eres tan hermosa. Escanor se ganó el mejor tesoro de Britannia.

Traía un vestido negro con encaje, cayendo el suelo dejando al aire su pierna que relucía una liga del mismo color oscuro con pequeños voleros, su escote llegaba hasta arriba de su ombligo, sus mangas de una capa translucida de encaje negro, en su cabeza un velo pequeño, con joyas color azabache, el color cereza de sus labios resaltaba sobre todo el negro que ella poseía. Los tacones altos adornaban sus pies, dandóle unos centímetros más de altura.

Las tres damas de honor tenían un vestido azul oscuro, el cuello del vestido era alto, formando un trapecio en su pecho, la parte final del vestido tenía un encaje negro que rosaba las rodillas de las féminas, y un cinturón negro marcaba sus cinturas, sus muñecas eran adornadas con unos guantes que cubrían hasta la mitad de su antebrazo, empezando desde el final de su dedo corazón, dejando sus dedos al descubierto, donde a próposito, una de ellas tenía su anular desnudo.

─Escanor te ha de estar esperando, tenemos que ir allí y rápido─Dicho y Hecho, Merlín chasqueó sus dedos y aparecieron en la alfombra que se allaba entre las bancas, cubriendo el césped verdoso de la montaña. Las bancas estaban adornadas por algunas flores azules; el altar hecho con madera tenía dos farolas a sus costados, iluminando con su luz dorada al novio que esperaba en el altar.

Las tres féminas corrieron a sus posiciones, no sin antes darle una sonrisa a sus correspondientes parejas.

Los presentes que fueron invitados por Escanor  admiraban a la novia, quién caminaba por la alfombra, acercándose cada vez más al altar.

─Escanor.

─¿Sí?─Su voz tembló.

─Tranquilizate un poco─Terminó de decir Meliodas con su típica risa al final.

Esta boda era algo peculiar, pues, no había quien la dirijiera, en la boda de las hadas es el rey hada, en la de los humanos un cura, en miembros de la realeza el rey.

Cuando Merlín llegó al altar, se pudo escuchar un suspiro proveniente de Escanor.

─¿Pasa algo querido?─Susurró la maga mirando a su prometido quien mantenía la vista fija en el suelo de madera.

─Quién diría que el sueño que acaparaba la mente de este hombre se haría realidad...

─Yo también pensaba en que jamás me casaría...

─Te amo.

─Yo igual.

Desapareciendo el ramo que traía en sus manos, Elizabeth, quien traía el cojín con dos anillos de piedra se plantó en el costado de la maga de cabello azabache.

─Escanor, el sol que más brilla en el cielo azul. Yo, Merlín, me entregó a tí, el hombre que pudo ver una pisca de belleza en tanta fríaldad. Te entregó mis anhelos y deseos prohíbidos, uniendome a tí por el resto de la eternidad ─Finalizó tomando uno de los anillos del cojín terciopelado, encajándolo en el dedo anular del contrario.

Tomó aire─Merlín, la hechicera más hermosa en toda la existencia misma. Yo Escanor, me entregó a tí, la doncella que diambula en mis pensamientos y aparece en cada uno de ellos. Te cumpliré tus deseos y anhelos más oscuros, por el resto de la eternidad, aceptandomé como mi esposa, para estar contigo incluso después de la muerte.─Finalizó el hombre de bigote, tomó el anillo y decoró el dedo anular de su maga con él.

Juntaron sus manos y Merlín resitó unas palabras desconocidas, de los anillos emergieron cintas de color negro, se envolvieron en su dedo y desaparecieron al instante, dejando el anillo hecho de obsidiana.

─Esa fue una promesa, que hará que sí en algún momento me dejas de amar, morirás─Habló la azabache tranquilamente.

─Entonces viviré para siempre─Tomó con su mano la barbilla de su ahora conyúgue y se apropio de aquellos apetecibles labios color cereza.

Mɛ Tɛռɢօ Qʊɛ Iʀ      ↳κιαπε  |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora