fifty

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Las horas habían pasado, dando lugar a la noche helada. Isabel seguí en la taberna, ya que se iría al amanecer.

El rubio, quien fue avisado por Elizabeth de el estado de Diane, el rey hada y Edgar. El último estaba arrodillado al lado de la cama de Gowther mientras reposaba su cabeza encima de sus brazos, apoyados en la cama del individuo.

El de hebras terracota estaba sentado en un taburete al igual que el caballero.

─Perdón... ─Fue lo único que pudo articular Howser puesto a la tensión del ambiente.

─No te preocupes, yo fui peor idiota que tú...

─ Supongo.

El hada acarició delicadamente los nudillos de la mano de Diane, quien aún no respiraba y su cara aún estaba pálida.

─¿Creen... Creen que despertarán?─Inquirió Edgar con la voz quebrada mirando el rosto sin vida del muñeco.

─No lo sé, Edgar.─Contestó King mientras pequeñas lágrimas caían de sus ojos.

La diosa entró en la habitación con una bandeja con comida: ensalada de papa, carne asada en dos platos, arroz y rodajas de tomate con sal y limón; tres vasos de vidrio con jugo de naranja.

─¿Aún no despiertan?─Todos negaron, y ella con paso lento fue a dejar la comida en la mesita de noche─Edgar ¿No deberías dormir? Has de estar cansado.

─No se preocupes princesa, estoy bien, quiero estar despierto para cuando ellos lo hagan─Explicó con una sonrisa.

─Está bien...

Antes de irse Elizabeth miró el pecho de Diane, en el cual reposaba el collar que le había obsequiado, la contempló por un momento.

¿Me esperabas?

─Diane... ─Musitó con pesar y como si los dioses escucharán, el rostro de Diane empezó a tomar color, su pecho empezó a subir y bajar con cautela.

─¡Gowther!─Expresó el pequeño para luego lanzarce a los brazos de el muñeco quien se levantó somnoliento.

─¿... Edgar...?

─¡Oh por los dioses! ¡Voy a decirles a todos!─La diosa bajó corriendo las escaleras mie tras lágrima de felicidad se formaban en sus orbes ámbar.

Howser dio un brincó de emoción y Harlequín no era capaz de contener la emoción así que sólo atinó a sonreír y llorar. Su gigante luchaba por despertar.

─¡¿Es verdad, Diane despertó?!─Se escuchó el grito de Matrona, quien por igual había sido llamada.

─Aún no, pero está tratando─Habló con una sonrisa el rey y lágrimas cristalinas en sus ojos.

Ahora todos los que hace unas horas estaban con el corazón en la garganta estaban en la habitación esperando con ansías la salida del reino de Mórfeo de la gigante.

Gowther  estaba entre  ellos, a este ya le había recibido con abrazos y palabras.

Los párpados de la gigante se apretaron repetidas veces y con un jadeo empezó a abrir sus ojos, como si le doliera el sólo hecho de ver la luz de la bombilla.

─¿Umm?─Fui interrumpida por el abrazo de Elaine, Elizabeth y Matrona, quienes se lanzaron a abrazarla fuertemente.

─¡Idiota! No vuelvas a hacer eso ─Chilló Matrona dándole un leve golpe en la cabeza a la castaña.

─Yo también me alegro de verte... ─Con sus ojos inquietos buscó por el cuarto una persona en específico, y lo encontró.

Sus orbes amatistas y ambarinos se cruzaron.

─Diane...

─Kingu... ─Se levantó casi empujando a las féminas y se lanzó a los brazos del rey, tirandolo de la silla.─¡Te extrañé mucho!

Mɛ Tɛռɢօ Qʊɛ Iʀ      ↳κιαπε  |TERMINADA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora