2. El enemigo en casa.

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Swim— Chase Atlantic



Una chica no mucho mayor que yo, llena de sangre y con la ropa completamente rota, está adosada a la ventana, manchándola de sangre en el proceso.

Por un momento su rostro angustiado solo observa el interior de la casa, desvio mis ojos intentando localizar el teléfono, pero cuando vuelvo a enfocarme en ella, su mirada ahora está sobre mí.

Joder.

Mis vellos se erizan cuando veo sus ojos cafés enfocados en los míos, para luego mover sus labios  murmurando un imperceptible "ayúdame". Me entumezco por unos segundos, unos segundos en los que la chica mira hacia atrás y vuelve su mirada hacia mí, más asustada que antes, golpeando la ventana con sus manos hechas puños tratando de entrar.

Ante su acción reacciono y camino intentando llegar a la puerta para ver qué le sucede, esto claramente no pinta bien, nada bien. Cuando estoy a punto de llegar una segunda persona se posiciona detrás de ella. Lleva puesto un pasamontañas y su vestimenta es negra en su totalidad.

Disminuyo mi paso arrepintiéndome al instante en que el sujeto levanta un cuchillo, clavándolo sin reparos en la cabeza de la chica. Me tapo la boca con las manos para no gritar.

¡Mierda!

La pobre chica no tuvo tiempo ni de gritar, sus ojos sin vida están aún sobre mí. Cuando vuelvo la vista hacia el sujeto, este está mirándome. Mis manos comienzan a sudar, ¡no, no, no! Instintivamente retrocedo. Por alguna razón sé que está sonriendo, quizás gracias al casi imperceptible movimiento del pasamontañas en cuanto curvó sus labios.

Con su mano izquierda toma con fuerza el cuello de la chica junto con su barbilla, para después mover con vigor el cuchillo dentro de su cabeza hacia adelante, cortándole mitad de la cabeza, saliendo este por su frente. Vuelve a empuñar bien el arma y lo hinca en la espalda de la chica bajando con lentitud al costado de su columna.

Debería irme, pero estoy tan asustada como curiosa.

¡Sí! ¡Tan malditamente curiosa!

Lo hace sin reparos, sin importarle que lo estoy viendo, y que en cualquier momento puedo gritar por ayuda.

Quizás porque sabe que no lo haré.

Pero es que no puedo dejar de ver, es... Arrebatador.

Sin la intención de irse y privarme del show, voltea a la chica pegando su espalda contra la ventana, permitiéndome ver el largo de la herida escurriendo montones de sangre que se deslizan con sosiego y parsimonia por esta. El asesino vuelve a mirarme, y él lo sabe, joder, sabe que me encuentro atraída, sabe que estoy fascinada. Sin dejar de verme, clava el cuchillo en el estómago de la chica repetidas veces.

30 en total.

Yo únicamente me limito a ver el movimiento repetido del cuchillo mientras entra y sale de su estómago, salpicando sangre. Mucha sangre, espesa, roja, sangre...

Detiene sus movimientos soltando a la chica en el proceso al igual que el cuchillo, dejándolos caer contra el suelo. Se acerca a la ventana sin quitarme la vista de encima, y con un movimiento de su dedo me pide que me acerque. Sin poder razonar en mis movimientos, o lo que hago, camino hasta llegar frente a la ventana; frente a él, notando que es alto, muy alto.

El color de sus ojos me recuerda a alguien. Me estremezco en cuanto su rostro pasa por mi mente.

Utilizando el dedo con el me que llamó escribe sobre la ventana, la sangre siendo su tinta.

«Tú sigues »

Observo sus ojos sintiéndome asustada y seducida.

Ya sé, una maldita locura.

Peligrosa ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora