35. Buenas y malas noticias.

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Born ready— Zayde Wolf



La luz del sol pegaba fuerte por la ventana, estiré mis piernas y mis brazos soltando un suspiro, para después sentir una mata de cabellos haciéndome cosquillas en el brazo derecho.

Giré mi cabeza en esa dirección y me encontré con el rostro dormido de Eva. Sonreí al recordar lo de anoche.

Unas dos horas después de estar acostados sin decir ninguna palabra Eva se levantó y desató la toalla que tenía retenidas mis muñecas.

Miré mi muñeca izquierda la cual seguía roja por lo de anoche.

Me coloqué de costado y atraje a Eva contra mi pecho, ella se removió ligeramente pero no despertó, de hecho se acurrucó como un pequeño conejito.

Sólo esperaba que me perdonara.

Volví a cerrar mis ojos sintiéndome más tranquilo al tenerla en mis brazos.

Definitivamente no volvería a ocultarle nada, no quiero estar separado de ella más de dos días.

No creo poder soportarlo.

Poco a poco me fui quedando dormido sintiendo su aliento acompasado contra mi cuello.

****

Eva.


Me desperté sobresaltada al escuchar un fuerte ronquido, por el brusco movimiento de mi cabeza esta se golpeó contra la mandíbula de Christopher provocando que él soltara un gruñido.

Acariciando mi cabeza me di cuenta que el ronquido había provenido de él y lo sentí fuerte porque estaba durmiendo sobre su pecho.

Me reí un poco al verlo fruncir la frente y formar una mueca debido al dolor del golpe que ambos nos dimos.

O que yo le di.

—¿Qué hora es? —su voz sonó ronca debido a que se acababa de despertar, sus ojos aún seguían cerrados.

Me desperecé y miré el reloj en la repisa pequeña de al lado, ya iban a ser las doce del medio día.

—Son las 11:55 a.m.

Después de decirle me levanté de la cama y salí directo a la cocina para servirme un poco de cereal. Cuando terminé me senté en la mesa mientras comía, en ese momento llegó Christopher quien también se sirvió cereal.

—¿Tenemos que salir hoy? —pregunté.

—Nop, vamos a descansar, quizás ver unas películas —dijo comiendo con tranquilidad.

Fruncí mis cejas.

—¿Y Marlon?

—¿Qué pasa con Marlon? —me miró confundido.

Me indigné ligeramente.

—Pues se supone que Marlon debe estar buscándote para vengarse ¿no? —respondí como si fuera obvio, porque lo era.

Peligrosa ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora