33. Sin piedad.

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No mercy— Zayde Wolf


Chris.



Esto es irritante, mi semana se ha resumido en fingir que estoy haciendo cualquier cosa cuando en realidad me la he pasado mirando lo que hace Eva.

Todavía me pregunto qué hacía ella esa noche en ese lugar, definitivamente mi suerte es de lo peor.

Cuando temprano me hizo esa jodida pregunta sobre cómo me sentiría si estuviera en su lugar casi pierdo el control al sólo imaginar que la situación fuera esa, ella tenía la completa razón, yo habría actuado totalmente irracional y la habría apartado sin siquiera escucharla. Porque soy un jodido egoísta.

Ella fue comprensible, odio el hecho de que no me hable, pero esto es mucho más suave de lo que creí que pasaría si se llegara a enterar. Eva era demasiado madura para su edad. Más que yo.

Me gustó mucho cuando me dijo que me amaba, esa frase me hizo sentir un poco mejor y decidí que tenía que tenerle paciencia, no podía actuar como un idiota cuando ella se estaba comportando de esta manera conmigo.

Aún así me alegraban las pequeñas cosas que todavía compartíamos, como por ejemplo el dormir juntos, cuando ella se relajaba en un profundo sueño yo podía aprovechar ese momento para abrazarla contra mí. En los desayunos donde podía verla con detenimiento, esta ley del hielo me ha hecho prestarle más atención a las cosas que ella hace consciente e inconscientemente.

Le gustaban las películas de miedo pero odiaba el suspenso, de todas formas siempre le ganaba la curiosidad. Pocas comidas la satisfacían y la mayoría eran cosas llenas de azúcar, cosa que me preocupó.

Cuando estaba aburrida extrañamente se mordía las yemas de sus dedos, cuando le daba hambre se comía los cueritos sobre sus labios, era raro pero adorable de ver.

En este momento yo estaba en la mesa del comedor con algunos papeles sin importancia esparcidos sobre esta, fingía estar concentrado, y lo estaba, sólo que no precisamente en los papeles.

Ella tenía sus piernas sobre el respaldo del sofá, las movía constantemente. Eran muy blancas y lisas, se notaba gracias a que estaba utilizando un short azul que le quedaba hermoso.

Ah, como extraño besarla.

Me encontraba a punto de babear la mesa cuando en ese momento en la puerta principal se escuchó un gran estruendo.

Alguien estaba tocando como si quisiera tumbarla.

Eva se sobresaltó al igual que yo, sus ojos se posaron en mí con angustia. Yo subí una mano para tranquilizarla y me acerqué con cuidado a la puerta, en ese instante la voz de Kala gritando casi me hace echarme para atrás.

—¡Abran! —volvió a azotar la puerta con desesperación.

Eva y yo nos miramos confundidos pero enseguida abrí la puerta, Kala entró hecha un rayo sin siquiera saludar.

»Esto cada vez se va más a la mierda.

Eva se acomodó en el sofá donde segundos después Kala se sentó, ambas de lado mirándose.

Kala parecía estar temblando, si no fuera por los ligeros movimientos de su cuerpo quizás no me habría dado cuenta, ella estaba asustada.

—¿Pasó algo en el pueblo? —pregunté volviendo a mi lugar. Kala giró su cabeza para poder verme, sus ojos tan asustados que me sorprendí.

—Han pasado mil cosas... Dios... no he podido dormir tranquila. A pesar de que mi casa está alejada de ese lugar aún se puede escuchar el bullicio, los gritos por la noche, los disparos... ¿cómo es posible? —susurró lo último.

Peligrosa ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora