13. Te amo.

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Somebody that I used to know— Goyte.



Chris

Cuando desperté esta mañana Eva no estaba a mi lado, puede sonar estúpido pero me enojó eso. Sentía que cada que intentaba tenerla conmigo ella sólo se alejaba. Nunca iba a recordar, y no podía pasarme toda la vida mendigando por su amor. La amo, pero siento que no lo puedo hacer por los dos, por lo que me duele que ella no recuerde o que no sienta lo mismo nunca y yo esté luchando por nada.

No le hablé mucho cuando salimos, tampoco le dije dónde íbamos.

Tuve una larga conversación con Carl, él estuvo muy extraño en todo ese tiempo pero al final accedió a dejarme trabajar aquí. Sabía que él tenía ojos en todo el pueblo y por ojos me refiero a cámaras. No sé si ya las había revisado o si está incómodo porque Eva y yo logramos salir en alguna de la toma. No lo sé pero es lo que pienso averiguar cuando comience mañana mismo.

Al salir me despedí, le dije a Eva que nos fuéramos y seguí derecho. Decidí decirle lo que estaba planeando porque al fin y al cabo esto tenía que ver más con ella que conmigo así que merecía saber.

Me desvié al bar donde sabía que Holden iba a estar, mi idea no era llevarla conmigo pero tenía un plan en mente, puede que saliera mal, puede que esté actuando como un idiota e inmaduro pero aún así quiero hacerlo.

Me sentí un poco mal cuando observé su rostro luego de haberle respondido de tal manera. Mi hostilidad era notable.

Cuando llegamos no le dije nada, seguí derecho y llegué donde Holden estaba con una morena en sus piernas.

Miré de reojo a Eva pero ella no estaba prestándonos atención.

—¿Por qué están tan serios? —preguntó Holden mirándome curioso.

—No es tu problema.

Levanto sus manos sonriendo.

—Te ves tenso —sonríe para después mirar a la morena—, ¿por qué no vas y lo animas, cariño?

La chica sonrió coqueta, se levantó de su lugar para después sentarse en mis piernas, no la detuve.

Lastimosamente no siento nada, la chica puede estar ahora mismo restregándose contra mi entrepierna pero esta está tan dormida como cuando llegué. Ni una pizca de excitación, nada comparado a lo que me hace sentir la castaña a mi lado. La veo de reojo, Eva parece incómoda pero sigue ignorándonos.

Vuelvo a enojarme sin razón, dejé que la morena se me sentara encima para ver si haría algo. 

La mujer en mis piernas comienza a besar mi cuello, y aunque me encuentro incómodo no la detengo, de nuevo.

—Eres demasiado cómodo —dice sobre mi oído moviendo sus caderas justo en mi entrepierna. Gime bajo, pero ese sonido no me provoca nada, paso un brazo por su cintura y la atraigo a mi pecho. En pocos segundos un movimiento a mi derecha llama mi atención.

Eva está intentando irse, frunzo el ceño. Le pregunto a dónde va.

—Iré al baño, no demoro —su expresión es indiferente y relajada. Aprieto mis manos y la morena se queja. 

Peligrosa ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora