15. Pistas.

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Live like legends— Ruelle




Froto mis ojos desperezándome, siento un peso en mi brazo derecho.

Eva.

Sonrío al verla dormida, es adorable.

La luz ya casi se nota por las ventanas y sé que falta poco para que amanezca y vuelva a la rutina del trabajo.

Ah, odio los lunes.

Recupero mi brazo con delicadeza para que Evie no se levante, cuando estoy por ponerme de pie me sorprendo al ver a Ellis en el marco de la puerta mirándonos fijamente.

Cuando se da cuenta que la estoy viendo ella me sonríe aunque yo no hago lo mismo.

—Debo suponer que aprovecharon el día de ayer —asume de brazos cruzados, me tenso. Su rostro ahora no refleja nada, ella era muy clara cuando Evie estaba pequeña. Ellis nunca estuvo de acuerdo con mis sentimientos hacia mi ángel, no había un día que no me lo hiciera saber aún sin utilizar palabras. No sé cómo actuar ahora.

Puedo respetar a Ellis en muchas cosas, pero ella tiene que entender que esto era inevitable y que Evie siempre fue mía y ahora las cosas son así. No cambiaré de opinión sólo porque a ella no le gusta.

—Puede que sí, puede que no ¿quién sabe?

No sonríe por mi respuesta, ella jodidamente me está retando con la mirada. Me cercioro de que Evie siga dormida y vuelvo mi vista a Ellis.

»No me importa lo que pienses, siempre supiste mi posición en este tema. No quiero repetirlo otra vez, Ellis.

Entrecierra sus ojos entrando a la habitación sólo unos pasos.

—Se te hace tarde para el trabajo —con eso se da media vuelta y se va sin más.

No le preguntaré dónde estuvo ayer, no es algo que me importe, pero supongo que Evie no opinará igual que yo.

Ahora mismo Ellis sugiere un peligro para lo que estoy formando con Evie. Ella está aceptando que me ama y si su madre la trata de hacer entrar en razón no sé lo que vaya a suceder. Sólo pido que lo que sienta Evie sea más fuerte que cualquier palabrería barata que intente separarnos.

Suelto un suspiro mirando por última vez a Evie antes de ir a mi habitación.

«Te amo, ángel»


*****



Llegué temprano, Irina no me dirigió la típica sonrisa de el primer día y lo agradecí.

Carl me pidió que recibiera unas llamadas importantes y que le pidiera a Irina que organizara la sala de juntas para las tres de la tarde.

Hoy será mi primer día entre empresarios, escuchándolos y opinando si se me ocurría alguna buena idea.

Entendí que Carl de verdad confiaba en mí, porque, quién en su sano juicio deja que alguien que apenas llega se inmiscuya en cosas que no le incumben.

Peligrosa ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora