Peligrosa Obsesión

18. Hazme sentir bien.

Make me— Lucki Starr

Chris

No puedo dejar de pensar en la llamada de Justin, pero tampoco puedo dejar de ver el precioso rostro de Eva, la tenía aferrada a mí como si su vida dependiera de ello, estaba a punto de morder ese grueso labio como tanto deseo pero el sonido de la puerta me interrumpe. No volteo a ver quién es porque es obvio, y no quiero ver la expresión que debe tener Ellis al habernos visto en esta situación.

Ya me basta con lo que dijo la última vez, sólo espero que le haya quedado claro que aunque Eva trate de alejarme sólo por ella, no la voy a dejar. Después de que ambos aceptáramos lo que sentimos se me hace imposible tan siquiera pensar en que ella se vaya de mi lado.

Puede sonar obsesivo o el camino para algo tóxico pero ¿qué se le hace? No es como si ya no fuéramos lo suficientemente dañinos para nosotros mismos, pero irónicamente también nos hacemos bien. Nos amamos y eso no lo va a cambiar nadie, ni siquiera la muerte.

Lastimosamente debo girar la cabeza porque Eva se ha quedado paralizada mirando en esa dirección, Ellis nos observa con decepción desde donde está. Por unos segundos nuestros ojos se cruzan y luego ella termina de cerrar la puerta echando todo su peso sobre su pierna izquierda y cruzándose de brazos.

Las manos de Eva todavía se encuentran sujetas a mi camisa y están ligeramente temblorosas, su mirada está fijamente sobre Ellis quien no ha dejado de mirarme a mí. Lo hace con reproche, como si todo lo que sucedió con esta familia fuera mi culpa.

A pesar de que nunca dije nada en mi niñez y adolescencia, siempre noté un poco de hostilidad de parte de ella hacia mí. Cuando era niño fue más evidente la manera en la que me trataba antes de que Eva naciera a como lo hacía con mi ángel cuando nació y siempre.

Era muy diferente.

No dudo que Ellis me quiera, pero algo en su actitud me dice que oculta cosas, cosas importantes, cosas que nunca le pude sonsacar a John.

—Definitivamente ustedes son un caso perdido ¿eh?

Sonríe con ironía cerrando sus ojos. Enarco una ceja y después frunzo el ceño cuando Eva trata de alejarse pero la detengo.

—Mamá...

—No —su expresión anterior pasa a estar seria. Arropo a mi ángel más contra mí para que no se sienta sola. Evie en estos últimos días ha estado mas sensible y, aunque me asusta, admito que me reconforta poder tranquilizarla—. No tienes porqué excusarte, los entiendo —la miro sorprendido y ella sigue hablando—, son mis hijos, cuando estaban más pequeños su lazo era cada vez más fuerte conforme crecían, sabía que en algún momento esto sucedería, ¿tenía miedo? Pues claro, pero no podía ni puedo evitarlo, y lo entiendo, pero no puedo aceptarlo y sé que eso a ustedes no les importará, y está bien porque esto sólo depende de ustedes. Por lo tanto he decidido que es mejor que me vaya.

—¿Qué? —Evie grita entre mis brazos, intenta soltarse pero no se lo permito, por la expresión que tiene Ellis entiendo que está decidida y no cambiará de opinión. Eva trata de empujarme pero no logra soltarse—. ¡Christopher! —grita mirándome angustiada— ¡Suéltame!

—No.

Me mira llena de confusión pero pronto arruga la frente volviendo a forcejear, Ellis me agradece con un asentimiento mientras comienza a dirigirse a su habitación.

—¡Suéltame ya mismo! —brama—. ¡Joder, que me sueltes!

Ya harto de sus empujones, me agacho tomándola por la parte trasera de sus rodillas y la subo a mi hombro como un costal.