30. Me gusta causar suspenso.

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Sing to me— MISSIO



Eva.


En el momento que despierto escucho unos ruidos horribles y la voz de una mujer gritando. En ese instante recuerdo lo que me sucedió y mi corazón se acelera al no saber dónde estoy ni qué pasó conmigo después de que caí inconsciente.

Los gritos ensordecedores de la mujer me alertan, cuando me incorporo del lugar donde estoy acostada me percato de que me encuentro en una habitación y estoy sobre una cama grande.

La mujer que grita es Kala, y no sólo está ella, también hay otras personas que al igual que ella parecen estarle gritando a alguien más que se esconde en el baño de la habitación.

Kala se percata de que ya estoy despierta y rápidamente se acerca a mi lado, sus ojos están llenos de angustia y rabia.

Toco mi cabeza al sentir un dolor punzante, los ojos me duelen al abrirlos.

—¿Q...qué p...pasó? —pregunto. Mi voz se siente rasposa y no puedo evitar enredarme con las palabras.

—¡¿Qué qué pasó?! —ella levanta su voz—. Un maldito pervertido ordenó que le echaran droga a tu vaso de agua y aprovechó el instante en que me fui para llevarte con él. Gracias al cielo salí en el momento en que lo vi cargándote a esta habitación.

¿Qué?

»Unos chicos también lo notaron y llegaron antes de que ese asqueroso pudiera hacerte algo.

—¿Dónde está él? —pregunté. 

Maldito bastardo. Ni en un jodido vaso de agua se puede confiar.

Kala señaló el baño.

—Se ha estado escondiendo ahí desde entonces, de todas formas ya viene la policía.

Asentí.

—Gracias —había perdido la cuenta de cuántas veces le había dicho lo mismo a Kala en estas últimas semanas.

¿Quién iba a pensar que la chica que se suponía "me odiaba" me ha estado ayudando sin motivos ulteriores?

—No hay problema —contestó, mirando con severidad la puerta del baño, como si pudiera traspasarla con su mirada y calcinar al hombre que estaba allí—. No hay nada que odie más que a los jodidos violadores.

—¿Sabes algo de Christopher? —formulé la pregunta que estaba quemando en mi garganta.

Kala me miró sin ninguna expresión.

—No —dijo—, lo mejor es que dejes de pensar en él y nos vayamos de aquí.

Ella se levantó sin mediar otra palabra, los chicos le dijeron que podía irse tranquila que ellos estarían pendientes de que la policía se llevara a ese hombre.

Kala tomó mi mano y con cuidado me guió a la puerta trasera del bar, después lo rodeamos y llegamos al auto en que ella nos trajo.

Subí lentamente al igual que ella y se puso en marcha sin decir nada.

Cuando llegamos a la cabaña las luces estaban apagadas por lo que supuse que Christopher aún seguía afuera.

Peligrosa ObsesiónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora