Capítulo 1

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-POV Patricia-

El frío viento rompe contra la ventana amenazando con rasgar el vidrio, me alejo del lugar y tomo camino a mi habitación.

El llanto de mamá se escucha en la casa a pesar de que trata de contenerlo. Papá la consuela como puede, y mis hermanos aprendieron a soportar el dolor.

Llego a mi cuarto y cierro la puerta despacio. Todavía se escucha. Me tapo la cara y trato de pensar que todo va a estar bien. Porque todo tiene solución, ¿no?

Ahora el silencio se adueña de cada rincón de mi hogar. Todo es intranquilidad, todo puede derrumbarse en cualquier momento. Respiro y como si fuera eso lo que faltaba para que todo pierda la estabilidad mamá toca a mi puerta desesperada.

Y después... corridas, llantos ahogados, gritos, luces, ambulancias y adrenalina. ¿Cómo explicar cuando se llevan en una camilla a un ser tan querido? ¿Acaso es algo con lo que uno nace? Estar preparado para afrontar cosas que duelen tanto a esta edad no es algo que se nos haya enseñado. Simplemente hay que luchar.

~●~

—¿Cómo está?—mamá se levanta del asiento al escuchar el apellido de papá y al ver al doctor Sighler acercarse. Es lastimoso verla en ese estado tan triste. Me da más miedo del que tendría que darme, porque ella es nuestro soporte en estos momentos, y no podemos hacer nada si nuestra guía está desorientada—, ¿él está bien?—pregunta ansiosa apretándose las manos.

—Él está estable, pero va a tener que quedarse por unos días, ya no puede seguir en casa exponiéndose más—el médico se acerca despacio, hablando con esa tranquilidad que los doctores aparentan tener—. Ya sabemos que es exactamente.

—Entonces dígame—mi madre da un paso al frente y levanta la barbilla, sé que es para darse fuerzas.

—Tiene Leucemia Mieloide crónica—el hombre que atiende a papá se saca los guantes de látex y pone una mano sobre el hombro de Olga—, lo siento mucho.

No escucho más. No quiero escuchar más.

~●~Dos meses después~●~

—¿Y cómo se supone que vamos a juntar tanta plata, Patri?—pregunta Sandra de camino a casa—. Para colmo sólo nos dieron unas semanas no más—aprieta los libros contra su pecho y baja la mirada. No creo que consigamos ese dinero tan pronto, pero si no lo hacemos...papá puede morir.

Contengo el nudo que siento en la garganta y respondo.

—Algo va a pensar mamá, aparte... ya con lo de la universidad ahorramos más y —hago una pausa para cruzar la calle con precaución sigo— voy a salir cantar a la plaza. No va a ser mucho lo que me den, pero... algo es algo, San.

Ella asiente y vuelve la mirada al frente.

—Papá es fuerte—digo para animarla, sé que es a ella a la que peor le cayó la noticia—, y no se va a dejar vencer tan fácilmente.

—Papá se esta cansando de luchar, se siente una carga para nosotros, Patricia. ¿No los escuchaste el otro día? Mamá ya no gana lo mismo en el trabajo porque falta siempre. ¡A papá no le dan un peso! ¡y vos dejaste la universidad! Estamos todos arruinados—su labio inferior tiembla y sus ojos se ponen rojos, ay nena. No puedo evitar abrazarla, no puedo evitar soltar la bolsa de pan y pegarla a mi. Ella llora y yo entiendo todo eso, porque también quiero llorar.

—No llores en público—me alejo para secarle las lágrimas—, no llores que el cielo se pone triste y tenemos que llegar a casa secas—sonrío al verla sonreí.

A veces cuando todo se vuelve negro hay que seguir confiando en nuestros instintos, agarrarse la mano y caminar que no todo el lugar puede ser oscuro el fin va a llegar y la luz nos va a enceguecer...

Más allá de los sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora