Capítulo 5

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-POV Oscar-

El viejo me mira feo, y no digo que no tenga razones, pero tampoco soy un chorro, ¿qué onda?

—¿Sos el novio de Patricia?—me sorprendo por la pregunta que me hace el señor y no respondo—. ¡Te estoy hablando!—levanta la voz.

— No soy el novio de ella—digo peinando mi pelo hacia atrás—, soy el hijo de Mediavilla—ella deja de sonreír y mira a su papá que frunce el cejo—, ¿pero su novio? No—vuelvo a repetir para que le quede claro.

—¿Entonces qué haces aquí?—avanza un paso y Patricia le agarra el brazo asustada por el reciente movimiento de su padre.

—Papá, eso no te importa—dice finalmente Patricia y él la mira confundido—. Anda adentro, te vas a caer aquí afuera.

No es tan viejo como para caerse. Y entonces me fijo de nuevo en él, lo examino cuidadosamente; Su cabeza en partes está pelada y en otras el cabello se ve tan débil que da la impresión que se va a caer. Sus ojos lucen cansados, y no de la forma física, sino que algo le preocupa. Hago un rápido escaneo de su cara, ojeras, piel pálida, labios secos... puedo alcanzar a ver pequeños moretones en sus brazos, de esos de cuando te sacan sangre, y no es sólo en el derecho, sino que también en el izquierdo.

Es fácil concluir que está terriblemente enfermo.

Una chica más joven que Patricia se acerca por detrás y se lo lleva protestando. Logré escuchar algo de unas pastillas.

—¿Él está bien?—pregunto por curiosidad—, se lo veía mal—bajo la mirada esperando una respuesta.

—Él va a vivir—alcanza a decir Patricia antes de ver la campera y agarrarla de golpe.

—¿Por qué la tenías?—me pregunta poniéndosela. Que rarita...

—¿No es obvio que te la olvidaste y yo de buena persona te la traje?—me recuesto sobre mi auto y cruzo los brazos. Sus ojos están fijos en mi, sonrío y lleva su mirada a mi sonrisa.  Ni hablar de la cara de babosa que tiene—. Si tu novio te ve mirándome de la forma en la que lo haces estoy seguro que terminaría con vos.

Baja la mirada y puedo notar un ligero rubor en sus mejillas. Me acerco despacio a ella.

—¿Qué vas a hacer?—susurra al ver que estoy invadiendo su espacio personal más de lo que un chico de su edad lo haría.

—¿Por qué iría a hacer algo?—sonrío y ella se sonroja más—. ¿Acaso querías que haga algo?

Ella no responde, pero su inquietud hace que me de cuenta que obviamente espera algo. Todas esperan algo, y Patricia no es la excepción.

La curiosidad por saber como reaccionaría si la beso me empieza a empujar hacia Patri. No pienso, sólo me acerco a sus labios esperando que sean tan dulces como lo es ella, levanto su cara con mis manos y le sonrío.

—¿Querés?—ella asiente y no pienso esperar más.  Acometo a sus labios,  Patricia abre los ojos con sorpresa y empieza a cerrarlos de a poco, dejándose llevar, también los cierro y puedo sentir que es una de las primeras veces que hace esto, sonrío y la acerco a mi por la cintura.

—Oscar...—susurra en mis labios alejándome con sus manos—, no...—baja la mirada.

—Oh, linda, no debiste entrar en mis juegos—sonrío y volteo para entrar al auto.

—¡Estúpido!—y al terminar de oír la palabra siento las pequeñas manos de Patricia empujándome. Choco contra el auto y vuelvo a enfrentarla.

—¡Me empujaste!

—¡Y vos me besaste!—dice pateando los lentes de sol que se me habían caído.

—Te gustó—sonrío y vuelve a ponerse como un tomatito—. ¿Viste que te gustó? —suelto una risa y se acerca a pegarme una patada—¡Ay!

—¡Sos un creído!—y entra a su casa hecha una furia. Jaja.

Ojalá vuelva a verla...

Más allá de los sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora