-POV Patricia-
Entonces ahí, sobre el escenario, empiezo a no sentirme tan sola, empiezo a creer que todo va a mejorar, que tengo la posibilidad en mis manos, que él va a ser el hombre que me va a abrir las puertas al mundo y pueda sacar a flote a mi familia.
Veo como toda la gente se para y aplaude, como el señor Mediavilla abre sus manos y ríe alentándome en esta pequeña aventura que acaba de empezar.
—¡Patricia, te aman! ¡Sos una grosa, Pato!—Eduardo sube al escenario corriendo y me agarra la mano levantándola para mostrarme al público como una ganadora—. ¡Están presenciando el nacimiento de una gran estrella!—es uno de los tantos elogios que menciona con tono orgulloso por el micrófono—. ¡Acuérdense de esta cara, van a verla en todos lados! ¡En todos!
Y no puedo evitar sonreír, las personas siguen aplaudiendo, todos con una sonrisa dibujada en la cara, que lindo es ser la razón de ello, que lindo es saber que los hice feliz con una canción...
~●~
—Supongo, vas a aceptar la propuesta, Patri—bajo la mirada y Eduardo vuelve a hablar—. Esto que presenciaste recién, no es nada comparado con lo que prometo que voy a hacer que tengas.
—Es—levanto la mirada—
... es que por más que quiera aceptar, no tengo como pagarle. En estos momentos necesitamos tanto la plata, señor, que mis padres no están como para gastar un centavo en mí.—Entiendo. La comida ya está pagada—termina de tomar el poco vino que le quedaba en la copa y se levanta—. Fue un gusto, Patricia.
"No podés dejar ir así la oportunidad de tu vida ¡Pensá en José!" grita mi conciencia y es verdad, alguna forma para pagarle tengo que encontrar.
Miro hacia la silla del señor Mediavilla y ya no está. Se fue. Apoyo la cabeza entre las manos y siento como se me llenan los ojos de lágrimas.
"¡Mové el culo! ¡Corré y alcanzálo antes de que se suba al auto!" Hago lo que mi conciencia dice y me levanto como un resorte para alcanzarlo. Tengo que hacerlo.
Corro, corro con todas mis fuerzas a la salida y empujo la puerta para que se abra, el frío viento de invierno hace que me acuerde de la campera que me olvide adentro ¿la campera o mi familia? Mi familia. Miro para los dos lados y puedo distinguir el caro saco de Mediavilla. Vuelvo a correr, tan rápido como mis piernas lo permiten.
El señor Eduardo camina rápido para tener la edad que tiene.
Sigo corriendo y justo cuando creo que voy a alcanzarlo el semáforo se pone en verde y los autos obstaculizan mi camino. Mierda.
~●~
-POV Oscar-
—¿En verdad pensaste que esto iba en serio?—me vuelvo para mirarla de frente. Esta ilusa creyó que eramos novios por haber pasado una noche juntos—. Por favor, alzá tus cosas y andate, querida.
Ella no me mira, apenas logra mover la cabeza para decir que si y se va ocultando su obvia tristeza transformada en gotas saladas.
Giro y me encamino a la cocina para comer algo. Salgo al enorme pasillo de la casa y empiezo a caminar, los cuadros que están colgados en las paredes me hacen acordar a mamá, suspiro.
—No podés tratar de esa forma a las mujeres—la voz de papá se escucha desde las escaleras—. Es la quinta mujer que veo salir llorando de esta casa en un mes—termina de subir el último escalón y cuando encuentra mis ojos trata de azotarme con la mirada.
—Ellas solitas se ilusionan—digo caminando hacia él, haciendo como si en realidad él no me estuviese reprochado algo. No es su problema.
—Necesitas a alguien que te haga madurar, Oscar. ¿O acaso pensas formar una familia con algunas de tus putas?
Lo miro.
—Ellas no son eso—aseguro.
— ¿Y por qué las tratás como si lo fueran?—agarra mi brazo antes de que pise el segundo escalón.
No tengo palabras. No las trato como putas, ellas son chicas a las que... ilusiono y después...
Soy un estúpido.
Bajo la escalera y voy directo a buscar agua.
Nunca lo había pensado de esa forma... Quizá si tengo que ser más consciente de las palabras que salen de mi boca para con las chicas que me acompañan.
—Oscar, necesito que me hagas un favor—oigo la voz de papá detrás de mi mientras me sirvo agua saborizada en un vaso—, ¿te acordás de Patricia?—niego con la cabeza tomando el líquido que me servi—Patricia Sosa, la cantante.
—La del restaurante—acoto y dejo el vaso sobre la mesada—¿qué tiene?
—Se olvidó una campera ahí, Heredia me llamó para que vaya a buscarla, pero ahora no tengo tiempo. ¿Podrías ir a buscarla y llevársela?
Levanto los hombros y suelto un cortante "Ok".
~●~
Estaciono el auto en frente de dónde se supone vive la ruluda. Es una casa pequeña a comparación de la mía, pero supongo que lo mío ya es exageración, a papá siempre le gustó aparentar más de lo que tiene, y creo que heredé un poco de eso.
—¿Por qué mirás tanto mi casa?—pregunta en tono demasiado enojado aquella vocecita. Busco al niño que me hizo la pregunta y me lo encuentro en frente del auto amenazándome con una piedra.
—¡Llegas a tirarla y hago que te metan una multa por ser feo!—salgo del auto rápido antes de que el travieso se atreva a arrojar la piedra y me le acerco desafiándolo.
—Deja de hablar pavadas—el nene suelta la piedra y se va corriendo. Que fácil fue asustarlo, Ja.
—¿Quién sos?—sea quien sea el que preguntó eso seguramente me dobla de tamaño, mierda. Giro lentamente para encontrarme a un hombre de unos cuarenta y tantos con Patricia al lado mirandome atónita.
—Yo emm... yo vine a ver a Patricia—suelto de la manera más torpe posible ¿Será el padre?

ESTÁS LEYENDO
Más allá de los sueños
RomanceA veces, cuando uno menos se lo espera, cuando todo en tu vida está medianamente bien, algo llega para destrozarte, algo que te hace despertar de tu mundo de sueños y te hace empezar a luchar. A luchar con todas tus fuerzas, a volar contra el viento...