-POV Patricia-
—¿Ya te vas?—mi vieja entra a la habitación y sonrío.
—Sí, si no se va a hacer tarde y se va a poner más fresco—digo terminando de guardar la guitarra en su funda—. No quiero volver tarde—ella asiente— ¿Vas a ir a casa de la tía?
—Sí, voy a dejarla a Sandrita para que cuide a tu papá—suspiro y me levanto para irme.
—Dale. Chau má—la abrazo.
—Tené cuidado, Patri.
Sonrío y salgo de casa, el frío no tarda en hacerse presente. Me pongo la guitarra al hombro y me abrazo a mi misma para darme calor.
~●~
—Sueña un sueño despacito entre mis manos hasta que por la ventana suba el sol. Muchacha piel de crayón, no corras más. Tu tiempo es hoy—cierro los ojos—. Y no hables más, muchacha
corazón de tiza. Cuando todo duerma te robaré un color.El sonido de las monedas chocar hace que me fije en el hombre que tengo en frente, su porte asusta.
—Tiene una hermosa voz, señorita—sonriendo estira una tarjeta color verde.
—Muchas gracias, señor...—miro la tarjeta— Mediavilla—también sonrío—. ¿Qué es esto?
—Una tarjeta—levanta una ceja y niega sonriendo—Me presento. Mi nombre es Eduardo Mediavilla, representante de figuras públicas—toma mi mano entre las suyas y la besa—, y es todo un honor conocer a una jovencita con semejante talento—la cara me empieza arder y no me queda otra que reír. Que bien halaga—. ¿Su nombre?
—Patricia, Patricia Sosa—acomodo la guitarra en mis piernas.
—Tiene un nombre hermoso, Patricia—suelta mi mano y guarda las suyas en los bolsillos de su pantalón—. Le dejo la tarjeta por si alguna vez necesita mi ayuda. Nos vemos pronto.
Y sin decir más se aleja de mi tal como había llegado, en silencio, dejándome en dudas por lo que habrá querido decir con lo de la tarjeta, ¿querrá representarme?
Sería... sería una gran oportunidad para ganar dinero, para juntar plata para la operación de papá. Podría ser nuestra salvación, podría volver a la universidad y con papá vivo y coleando, ¿no?
Agarro lo poco que gané hoy por haber tocado y guardo la guitarra. Tengo que ir a casa.
~●~
—¿Qué tal te fue?—Sandra me abre la puerta, tiene las pastillas de papá en las manos.
—No había tanta gente como esperaba—entro y dejo la guitarra a un lado junto con la campera que me la saqué antes de entrar—, gané muy poco—susurro y ella sonríe sin que la felicidad llegue a sus ojos. Tristeza es todo lo que se ve en esta casa. Mamá llora, Sandra llora y Leo todavía no entiende la gravedad del problema, él cree que papá sólo esta resfriado, él cree que algún día van a volver a jugar a la pelota juntos. Pobre—. ¿Y papá?
—¡Cierto!—se da vuelta y camina apresurada a la habitación—. Tengo que darle las pastillas—cruza el umbral y veo a papá, está dormido—. Hace rato se despertó y preguntó por vos, le dije que te habías ido a lo de tu amiga.
—Ah, bien—me apoyo en la pared y veo como San despierta a papá con esa delicadeza que sólo ella puede tener. Le susurra algo y el abre los ojos embozando una sonrisa. Papito...
—Patri, hija...—se sienta en la cama agarrando el vaso de agua—, ¿cómo te fue en lo de tu amiga?
—Bien, pá.
Cuando esa pequeña línea entre la vida y la muerte aparece en la vida de la persona a la que amas, el día a día se convierte en algo mucho más que una rutina, se convierte en algo que guardas en tu corazón aunque sea una cosa tan pequeña como sonreír, porque no hay nada más hermoso que verlo sonreír, saber que él te ama y le hace feliz tu compañía a pesar de que no le digas nada... Él se conforma con tenerme, y yo doy todo por mantenerlo a mi lado.
~●~
—¡Llamalo ya, boluda! Quizás te lleve lejos, ¡vas a ser famosa!—Sandra exagerando como siempre. ¿Que sé yo si ese tipo no es más que un estafador o algo parecido?
—No, San, si bien me va a ayudar no creo que me lleve más allá que a un restaurante.
—No perdés nada con intentarlo—agarra la tarjeta verde y el teléfono a la vez—. Voy a llamar—empieza a marcar el número. Y si, no pierdo nada con intentar—¡Señor Mediavilla! Soy la hermana de Patricia...Sí, ella...Ahora le paso. Tomá, y no la cagues, Patricia—agarro el teléfono.
—Señorita Patricia, un gusto volver a hablar con usted.
—Buenas noches, Don Eduardo, espero que no sea una molestia llamar a estás horas.
Él ríe—En realidad...estaba algo ocupado, pero voy a pasarle con mi hijo para que arregle una cita—unos susurros se escuchan de fondo y Eduardo dice algo que no logro entender.
—Ah, emm bueno...
—Hola—un saludo muy poco formal sale del teléfono—. Mi nombre es Oscar.
Y por alguna razón no puedo hacer que mi voz salga...
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Más allá de los sueños
RomanceA veces, cuando uno menos se lo espera, cuando todo en tu vida está medianamente bien, algo llega para destrozarte, algo que te hace despertar de tu mundo de sueños y te hace empezar a luchar. A luchar con todas tus fuerzas, a volar contra el viento...