Capítulo 17

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Oscar acercó su mano a la espalda de su bella esposa, y acarició la piel lentamente haciendo erizar cada centímetro que rozaba.

Ella soltó un suspiro en respuesta sacándole una sonrisa al dueño de esas caricias perversas que estaban provocando en ella algo mágico. Todo lo que él le causaba era mágico.

Él susurró su nombre y ella se estremeció, volteó su cara para mirarlo y recibió un salvaje beso de parte de su cónyuge.

Oscar la hizo rodar en la cama y quedó sobre ella, aplastando cuidadosamente ese cuerpo que lo tenía loco.

A pesar de que no la amaba tanto como ella lo hacía, algo en él lo obligaba a desearla cada día más. Quería besarla y no parar. Besarla en todas las partes posibles y permitidas. Porque también ese algo lo obligaba a no someterla, quería que ella se deje llevar con él.

Patri pasó sus manos alrededor del cuello de él. Quiso admirar ese cielo gris que tenía la mirada de Oscar,  amaba su color de ojos. Era como si él hubiese elegido tener ese color, porque Oscar era así, como la lluvia, a veces rocío otras veces tormenta con rayos incluidos. Él era especial, todo lo que él hacía era especial para ella. Desde el constante empeño que él ponía para que le diga que era guapo, hasta esas mentiras cursis que le inventaba al oído. Aunque los chistes malos eran sus favoritos, ella tenía que reir de todas formas.

Patri sonrió, sonrió por él, y eso a Oscar le gustaba, le gustaba ser la razón de esa mueca que adornaba tan bien el bello rostro de su esposa.

—Te quiero—susurró Oscar con los labios pegados a su mejilla.

Le gustaba hacer feliz a las mujeres aunque a veces haya que inventar mentiras como en ese momento.

—Yo... igual—y entonces él llegó a su boca, dejó un beso delicado y volvió a susurar su mentira.

Ella no dejaba de sonreír, abrazó a su hombre todo el tiempo que pudo hasta que se quedó media dormida.

El celular de Oscar sonó y tuvo que moverse despertando con eso a Patri.

Contestó la llamada y se acomodó al lado de su amada para no seguir aplastando su cuerpo.

—Oscar Mediavilla—soltó cortante acariciando el pelo de Patri.

—Hijo, ya tengo la agenda completa de este y el próximo mes. ¡Hoy mismo empieza!—Patricia logró escuchar y arrancó el celular de las manos de Oscar.

—¿En serio?—su voz estaba media aguda por la emoción y eso provocó que Eduardo suelte una risa.

—Si, es en serio. Al parecer sos más grosa de lo que pensaba, pequeña—Patricia no pudo aguantar la risa y las lágrimas. Estaba feliz, demasiado, sentía que su corazón iba a salirse de la emoción que sentía por empezar a cumplir su sueño. Oscar le besó la sien y Patricia se le tiró encima, lo abrazó fuerte y gritó en su hombro de la emoción.

Oscar también rió, agarró el celular de nuevo y habló él en cuenta de su mujer.

—¿Dónde y a qué hora?

Eduardo les dijo todo lo que necesitaban saber. Patricia iba a cantar a las 10:30 pm en un bar muy reconocido, a ella no le importaba, solo quería cantar.

Ella se levantó de la cama y corrió a ver que era lo que se iba a poner esa noche tan especial.

Más allá de los sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora