Capítulo 25

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-POV Patricia-

Llevaba un vestido blanco. Un vestido blanco suelto hasta las rodillas y una corona de flores. Parecía una ninfa en medio del bosque.

Buscaba algo... sabía que me faltaba algo importante y que estaba en ese lugar por eso.

Me levanté sin pensarlo. Se me hizo difícil, la panza ya estaba grande. ¿En qué momento mi pequeña luz dejó de ser tan chiquita?

Al dar el primer paso me di cuenta que estaba descalza, el césped se incrustó en la planta de mis pies y salté para que no me hiciera daño.

Un crujido se escuchó detrás de mí.

Volteé rápido y al no ver nada corrí para que ese algo no se fuera lejos. Sabía que eso era lo que estaba buscando porque un pequeño hormigueo en el corazón me lo dijo.

"Patricia"

Las ramas de los árboles se abrían a mi paso, y algunas que otras flores crecían. El sol brillaba más y todo a mí alrededor se hacía más bonito.

Sin embargo algo dentro de mí se desmoronaba. Empezaba a sentir como mi alma se sentía vacía y como un nudo se formaba en mi garganta. Odié sentirme de esa forma tan horrible.

Corrí más de prisa esperando que ese algo aparezca en frente de mí.

¿Qué era lo que buscaba?

"Patri..."

Mi vista se nubló a causa de las lágrimas que se acumulaban en mis ojos. Paré otra vez. Esta vez para llorar. Estaba desesperada. Mi bebé también lloraba, sufría conmigo.

Levanté la mirada y el camino ya no estaba. Todo se había ido. Había ahora un risco por el que obviamente no iba a ir. Giré para volver, pero el camino tampoco estaba, ahora era todo árboles frondosos que... me daban miedo.

Un rayo de luz bajó desde el cielo y se ubicó en medio del laberinto. Corrí otra vez hacia él con el corazón en la boca. Corrí tan rápido como pude pero no llegué. El rayo se había ido.

Hola, Patricia― Escuché un susurro en mi oído―. Te extrañé, preciosa.

Oscar...

El vacío desapareció, me sentía completa, extrañamente feliz y demasiado...

"Despertá, linda"

Desperté... y lo primero que vi fue su rostro. Había estado soñando con él. Lo sabía a pesar de que el sueño de a poco se esfumaba y solo quedaban imágenes confusas.

Todos los días se metía a mi cabeza sin permiso y hacía que mi corazón doliera. En sueños hacía cosas que en la vida real nunca haría. Era como si los sueños me dijeran todo lo que no iba a pasar en realidad.

Se esmeraban en hacerme sentir peor, porque una vez que despertaba no podía sacarlo de mi mente. Se instalaba de una forma que no podía sacarlo siquiera un segundo.

Cualquier cosa que hacía desde que me despertaba me recordaba a él. 

Todo era Oscar. No hacía más que eso en mi mísera vida. Colarse en lo más profundo de mi ser y destruirme de a poco.

Me encontraba en la cama... al lado de un hombre que no era el dueño de mis anhelos. Un hombre al que apreciaba, sin embargo no estaba presente en mi vida de la forma en la que Oscar lo hacía.

David sonrió y acercó sus dedos a mi mejilla derecha para acariciarme.

―No tengas miedo, linda―dijo mientras sonreía―. No voy  dejar que nadie, ni en sueños te haga daño.

Por alguna razón no aguanté las ganas de reír. David no podía protegerme de Oscar por más que lo quisiera.

―Umm. Supongo que tengo que agradecer eso―contesté todavía con una sonrisa en el rostro por las ocurrencias de Dave.

―Supongo que si―dijo para luego levantarse―. Me quedaría esta mañana con vos, mi reina, pero lamentablemente tengo una niña en el hospital que espera por mi.

―N... no importa. Voy a estar bien. De cualquier forma no ibas a poder quedarte más tiempo. Mi esposo ya debe estar en camino...

El medio sonrió y se levantó para terminar de recoger sus cosas e irse.

Que él se fuera no me dolió ni siquiera la cuarta parte de lo que me duele cuando Oscar se va... Evidentemente no lo amaba.

~●~

No sé en qué momento llegó Oscar a mi lado... sin darme cuenta me dormí después de que despidiera a David y quedáramos para vernos a la tarde por lo del ensayo...

Oscar me estaba abrazando, y no quise dejar pasar la oportunidad. Así que me ocurruqué más contra él y volví a dormirme olvidando que estaba desnuda todavía y que mis hermanos y mi madre vivían ahora conmigo.

No importaba... a Oscar al parecer no le importó.

O eso creía hasta que el hombre que estaba acostado a mi lado, al despertar casi al mediodía cuando estaba preparando el almuerzo, me abrazó por detrás y me susurró al oído algo parecido a "Es bueno saber que ambos podemos hacer lo que queramos sin tener que preguntar después" E inmediatamente me di cuenta de que él sabía algo sobre lo que hice.

La culpa llenó mi pecho y giré para enfrentar ese "Ambos podemos hacer lo que queramos"

Lo admitió...

Más allá de los sueños Donde viven las historias. Descúbrelo ahora