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–¿Qué sucede?– siempre perceptivo, Kyungsoo nunca dejaba que sus deseos egoístas se interpusieran cuando se trataba de amar a Jongin.

Si el chico no se sentía cómodo, a gusto o deseoso, nunca lo obligaba a nada. Era algo que debían compartir porque querían. Por eso, Kyungsoo se asustó. A pesar de ser correspondido, tal vez Jongin pensaba que era una obligación y no un acto de amor el estar juntos.

–Nada, no es nada.

–Si no quieres, puedes decírmelo. Si no te sientes bien o no quieres compartir la cama conmigo, lo entenderé. Podemos hablar, podemos sólo recostarnos hasta que te sientas cómodo.

–¿Qué sientes por mí?

La informalidad fue agridulce para el príncipe. Le encantaba que lo tratara con la familiaridad de la intimidad que tanto le costó conseguir, pero la pregunta le molestaba. ¿Estaba dudando ahora? ¿tanto le había afectado ver a su esposa? ¿los celos podían traspasar su mente y su cuerpo podía recordar el rechazo que le tenía a esa mujer?

–Lo mismo que tú por mí: amor incondicional.

Jongin lo sintió sincero, pero los celos eran venenosos. Ni siquiera los había visto acercarse lo suficiente el uno al otro y la idea de imaginar a Kyungsoo en la cama de aquella mujer lo enloquecía. Cualquier persona que lo tocara con intenciones sexuales... o afectivas que vayan más allá de la amistad o del cariño materno, paterno o fraternal. Cualquier persona que quisiera tenerlo. Además,  esa horrible persona parecía feliz con su mala fortuna.

–Amor incondicional– repitió.

–Entiendo que te moleste. Todo es nuevo para ti y no sabías sobre esta situación. Entiendo que estés sorprendido. Lo entiendo, en serio. Ya lidié con un niño celoso que pensó que perdía al amor de su vida porque iba a casarse. Ya pasamos por esto y lo superamos, podemos hacerlo de nuevo.

–¿Estábamos juntos antes de que te casaras?– preguntó Jongin sorprendido.

–Hemos estado juntos toda la vida. Fuimos todas las primeras veces del otro y lo seguiremos siendo. Entiendo que estés confundido, así que seré razonable. Pero no me pidas que me aleje... no me pidas que no nos encontremos o que no compartamos esta habitación. Eres lo único que me hace feliz...

–¿Me amas?

–Con locura.

–Demuéstralo.

La sonrisa del muchacho lo dijo todo. Le estaba dando pase libre a Kyungsoo de mostrar -físicamente- todo el amor que tenía por él. Y Jongin se transformó. Empezó a responder los besos y las caricias con entusiasmo, parecía feliz. Parecía él otra vez.

Finas y costosas telas terminaron en el suelo, mientras Jongin se encargaba con una mano de la hombría de Kyungsoo, mientras con la otra sostenía su cuello para hacer el beso más profundo todavía. El príncipe no perdía el tiempo, masajeaba con ganas los duros y trabajados glúteos de su amante, dejando salir cada cierto tiempo roncos gemidos. Jongin tanteó con una mano hacia un lado, buscando en la mesita de noche un condón.

Mala suya. ¿Cómo se supone que iba a encontrar una mesita de noche y menos aún un condón en esa época? A veces se le olvidaba que ese cuerpo que besaba estaba a cientos de años en el pasado de su realidad. Las cosas ahí se hacían al viejo estilo. También recordó que... al Kyungsoo de esta vida no le gustaba ser... sometido. 

Pero, afortunadamente para él, había disfrutado bastante su primera vez, así que le dejaría seguir. Algún día lograría convencerlo de cambiar y podrían hacer sus encuentros más y más interesantes. Las memorias  de sus previos encuentros con el Kyungsoo de su mundo lo encendieron aún más.

Nos vemos en el futuro (Kaisoo)Where stories live. Discover now