Nos vemos en el futuro (Kaisoo)

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El rey hizo pública la conspiración de asesinato de los príncipes y muchas personas fueron interrogadas y procesadas, especialmente las que se hacían cargo de todo lo que tuviera contacto directo con cualquier persona de la familia real y que hayan resultado sospechosas después de la investigación. Kyungsoo intentó mantenerse apartado de la situación. Odiaba pensar que gente inocente podía estar siendo torturada a causa de los verdaderos culpables escondidos.

Hubo una conmoción gigantesca en el palacio. Los ministros estaban muy preocupados y empezaron a desconfiar unos de otros, haciendo acusaciones o intentando demostrar su inocencia en base a señalar a otros. Fue un dolor de cabeza para el rey. 

Pero los príncipes sabían que el posible asesino no podía estar en las altas esferas. A todos los funcionarios poderosos les convenía de una u otra manera que los príncipes estuvieran sanos y fuertes. Ellos no tenían verdaderas posibilidades de subir al trono y las conexiones con la familia real eran muy estrechas y beneficiosas. Kyungsoo sospechaba de un par de familias, pero nunca se probó nada y su desconfianza no venía al caso en esta situación específica. Había una opción que le preocupaba de sobremanera, pero dejaría que su padre se encargara por seguridad de todos. 

Después del tercer atentado y la muerte de una de las cocineras, se decidió que se debía hacer cualquier cosa para cuidar al heredero y su hermano. El rey estaba dispuesto a dar la pena máxima a todos los involucrados. La preocupación fue general, pero la reina era bastante evidente y lo demostraba con sus desesperadas acciones. Se obsesionó con la comida y no permitía a sus hijos meterse nada a la boca que no haya sido cuidadosamente cocinado bajo la supervisión de las personas más confiables del palacio. Ella misma se paseó por la cocina los primeros días y lo hicieron después sus mujeres más cercanas, cambiando por completo el protocolo habitual.

Los hermanos empezaron a comer juntos y sus actividades fueron limitadas al máximo. Así empezaron a ser todos sus días, hasta convertirse en meses, siendo llamados por su madre con cualquier excusa y eran alimentados con platos muy cuidados y observados. Los jóvenes realmente agradecían la preocupación de su madre y la comprendían también, pero la situación en el palacio seguía bloqueando su capacidad de vivir normalmente.

–No puedo comer tranquilo. Me da pesar por mi gente y como se está desconfiando de todo y de todos. No se puede vivir así. Tenemos que hacer algo al respecto. Tenemos que dejarle saber a quien sea que esté detrás de esto, que no puede seguir, que sabemos sus planes y lo descubriremos.

Minho dejó a un lado sus alimentos y Kyungsoo suspiró fastidiado. También le molestaba, su vida se sentía en pausa, pero sabía que debía tener paciencia. Su hermano iba a ser el rey de esa nación, debía ser cuidado. Él, por su parte, tenía que vivir para protegerlo a él, a sus amigos y principalmente a Jongin. Lo extrañaba como un loco, pero no quería ponerlo en más riesgos.

–Todo se resolverá pronto. En algún momento, la persona detrás de esto cometerá un error y podremos librarnos de esta pesadilla.

Mientras los príncipes conversaban, compartiendo su almuerzo, se pudieron escuchar las voces, murmullos y luego un pequeño escándalo entre los empleados. Minho se puso de pie y salió enseguida. Los rostros de los sirvientes reales lo decían todo: habían encontrado o descubierto algo con respecto a la persona detrás de la conspiración.

La noticia fue anunciada y los hijos del rey fueron guiados a donde su padre los esperaba, ya que había convocado a todos los ministros. Kyungsoo caminaba con un nudo en el estómago. La angustia se acumulaba, ya que pensaba en las posibles consecuencias de que alguien importante estuviera involucrado y todas las complicaciones políticas que eso causaría. Estaba acostumbrado a un reino tranquilo, donde podía estudiar, leer, conocer y pasar sus noches con Jongin. Un evento como este lo alejaría de todo lo que le hacía egoístamente feliz y convertiría los armoniosos días de todos en una guerra absurda.