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–Es una decisión tomada.

Kyungsoo estaba frente al trono del rey, arrodillado y mostrando todo el respeto que su padre se merecía como máxima autoridad. No tenía idea de por qué estaba abogando por la persona que posiblemente intentó asesinar a su hermano y a él mismo, pero le parecía un poco exagerado y discutible darle la pena de muerte a un príncipe. La familia del acusado podía reaccionar de mala manera y crear un conflicto político con malas repercusiones para todos. Temía igualmente que los ministros estuvieran de acuerdo en el calor del momento y en el futuro lo recriminaran. Kyungsoo se preocupaba sinceramente por las consecuencias de semejante acción.

–Su majestad. Desterrarlo, quitarle todos sus títulos y repudiarlo. Pero... ¿pena de muerte para su propio hijo? Considero que podría ser algo casi tan terrible como él intentando matar a sus hermanos. Su majestad es un rey sabio. Las consecuencias pueden ser muy graves.

–Ya no es mi hijo– respondió el rey con voz neutra. –Como aconsejas, lo he repudiado. Y, en cuanto lo hice, dejó de ser de mi familia. Por lo tanto va a ser juzgado como cualquier otra persona. Recuerda que es una persona que ha cometido alta traición contra este reino. Ha intentado matar al príncipe heredero, al segundo príncipe y ha herido de gravedad en un atentado a un hijo de los Kim. ¿Te parece eso poca cosa?

Kyungsoo abrió los ojos e hizo esfuerzos para no mostrar demasiado su impresión, pero no pudo evitarlo. Había olvidado por completo asociar su intento de asesinato con lo que le había pasado a Jongin. ¡Por su puesto! Si el ataque que sufrió era parte de su plan, Minsoo había intentado, y casi logrado, deshacerse del amor de su vida. Lo había lastimado donde más le afectaba, había sufrido el más doloroso luto al punto de desear su propia desaparición después de la supuesta pérdida de Jongin. ¿Cómo pudo olvidar algo que lo sumió en la tristeza más grande jamás sentida?

Un rastro de odio empezó a recorrer e instalarse en su mente. Mientras los ataques a los príncipes habían sido completamente fallidos, Jongin seguía sufriendo las consecuencias de que su memoria se perdió en aquel fatídico atentado. Era tan injusto si lo pensaba con cuidado. ¿Cómo defender ahora a su hermano menor sin traicionar a Jongin? No podía. El rey lo vio dudar y decidió darle un fin a la situación.

–Eres un hombre con un gran corazón, Kyungsoo. Admiro eso y el hecho de que desees ser justo, pero ya no puedes considerar a esa persona como tu familia. Ha aceptado, por su propia boca, que conspiró contra tu gente y contra el príncipe heredero. Sus acciones han causado muchos disturbios en la corte. ¿Qué van a hacer los ministros si soy misericordioso con alguien que atentó contra la vida de la familia real, siendo parte de ella? Es triste, pero en momentos como estos debo dejar de ser padre y ser un rey. Sufriré mi dolor y mi luto en privacidad, pero el culpable debe ser castigado.

Kyungsoo tuvo una lucha interna inexplicable, por alguna razón ajena a su conocimiento no podía aceptarlo. Sentía que debía salvar a su hermano menor pero, al mismo tiempo, su parte emocional y menos racional gritaba: ¡venganza! Venganza contra la persona que había dañado al amor de su vida.

Lo más sensato sería apartarse del caso. Sehun le había confirmado que, efectivamente, Minsoo estuvo detrás de todos los ataques. Debería aceptarlo y olvidarlo, pero algo en su mente seguía titilando, insistiendo en que algo importante que se le escapaba. Kyungsoo alzó la mirada para dirigirse nuevamente a su padre.

–Sí, su majestad. No sé en qué estaba pensando. No tocaré más este tema. Sólo... hay otra cosa que me gustaría comentar. Es algo privado.

–Te escucho, hijo.

Kyungsoo terminó la entrevista con su padre y, sin pensarlo dos veces, corrió a los brazos de Jongin. No le importaba lo que estuviera haciendo, cómo, con quién o por qué. Lo necesitaba en ese momento, con tal desesperación, que no le importaba ser un poco egoísta.

Nos vemos en el futuro (Kaisoo)Where stories live. Discover now