Kyungsoo encontró una carta en su habitación. Estaba envuelta en una tela de tal forma, que al principio no supo de qué se trataba. Con el lenguaje secreto que compartían, Jongin le dejó en ella un mensaje que lo puso realmente ansioso. No parecía una despedida, pero si una advertencia.
Un árbol de cerezo y uno de durazno pueden entrelazarse, pero será muy difícil que puedan estar verdaderamente juntos sin arruinar el equilibrio del jardín. Es preferible si entienden que es mejor crecer por caminos separados, que marchitarse por la imprudencia de la pasión.
El segundo príncipe suspiró, dejó caer el papel y se tapó el rostro con una mano, mientras la otra la usó para apoyarse en su cama. Pensó que podría convencer a Jongin de quedarse a su lado. Lee Soo Man había demostrado que su amante no estaba loco y que, tal vez, había alguna fuerza que estaba que estaba conspirando en su contra. Como la fuerza roja de la leyenda.
La fuerza roja.
La leyenda.
¿Quién era la persona que lo acercó a la leyenda? ¿Quién le hizo llegar todos los manuscritos? ¿Quién marcó todos los textos con su constelación personal para hacerle pensar que era el destino? ¿Quién era el autor de los poemas anónimos?
Quizás la misma persona que los ha escrito. Tal vez, la persona que había dado a conocer sobre la fuerza roja... era la fuerza roja. Era su mensaje, su forma de demostrar que estaba dispuesto a sumergir a los dos soles en la oscuridad. Las doce fuerzas se veían sometidas por la roja, no para ser destruidas, sino para ser poseídas.
Lee Soo Man conocía las leyendas y escribía sobre ellas porque de esa manera era capaz de fingir apoyar su investigación. Era el verdadero creador de las leyendas. Amaba a sus creaciones, pero su amor se había convertido en una obsesión que ya no se conformaba y quería poseerlos, manipularlos, usarlos a su conveniencia. Y las fuerzas, inocentes y deseosas, no podían escapar. Incluso si el creador hacía daño, seguía siendo su padre y lo amaban y lo respetaban.
Pero entonces, ¿qué era lo que quiere la gran fuerza roja de las doce que la rodean? Kyungsoo todavía no lo sabía.
***
Soo Mi guardó las cosas más valiosas que poseía. Se encargó de doblar ella misma lo mínimo necesario para ella y sus hijos. Convencería a un par de personas de su confianza que la acompañaran y buscaría la forma de conseguir los suficientes recursos que le permitirían huir para siempre.
No podía seguir viviendo como princesa, no podía seguir mintiendo sobre sus hijos, no podía soportar la idea de seguir viva después de lo que lo que le había pasado a Minsoo. Encontraría la manera de sobrevivir, no le importaba cómo, pero no se quedaría más tiempo cerca del palacio.
–¿Por qué una princesa se encarga de sus propias ropas?
La voz de su padre resonó en la habitación. No fue anunciado y eso sólo significaba que su corte había sido amenazada o sobornada. Ninguna situación le convenía en lo más mínimo. La mujer cerró los ojos con fuerza y pensó en una buena respuesta.
–A veces me aburro, me gustan las tareas manuales.
–¿Vas a algún lado?– quiso saber el astrónomo chasqueando la boca.
–No.
–Mentira.
–La vida en el palacio se ha vuelto asfixiante. Voy a llevar a los niños a un lugar más tranquilo hasta que todo mejore.
Lee Soo Man ya no confiaba en su hija. Sabía que había perdido su sentido de sumisión, que había conversado con su marido para pedir favores y llegar a acuerdos. Y, en ese mismo momento, era evidente que estaba intentando escapar. Pero lo que ella no sabía, es que no podía abandonarlo y, peor, llevarse al niño. El pequeño era su única forma de hacerse con el trono. Era una pieza clave en su juego, así que le pertenecía.
–No irás a ninguna parte. ¿Acaso no entiendes? Mientras no tengamos el poder en nuestras manos, no harás nada sin mi aprobación. Tampoco consentiré que escapes como una cobarde. ¿A dónde piensas ir? ¿Cómo vas a sobrevivir? Tu tarea y tu principal deber es el de criar a tus hijos para que ocupen el puesto que merecen. Entiende, mujer inútil, que tu hijo varón está en fila para el trono, sólo después de tu cuñado tu marido. Es el único hombre que puede heredar si algo les pasa a los dos. ¿Tan difícil es de comprender?
–Eso no lo sabemos– soltó Soo Mi fastidiada y luego se dio cuenta del gigantesco error que había cometido.
–¿A qué te refieres?
–Estoy embarazada. Podría tener otro hijo– confesó, intentando salvar a Kadi. No por solidaridad, por miedo a Kyungsoo.
Lo que Soo Mi no esperaba, era que su padre la golpeara tan repentinamente después de dar la información. Pero, en ese punto, entendí que cualquier cosa era posible si estaba en sus manos. La mujer se cubrió la mejilla enrojecida por el golpe con su propia mano. Sus ojos lagrimearon, porque sintió que el ataque era injusto.
–¿Cómo puedes ser tan estúpida? ¡Todos saben que el príncipe no ha dormido en tus aposentos todo este tiempo?
–Ha estado viniendo con frecuencia estos días. Me he encargado que todos se enteren– explicó la mujer, muy molesta.
–Recuerda que si te repudio, puedo conservar a mis nietos y te haré ejecutar, ¿piensas que intento protegerte? Tu muerte será tan irrelevante como la de Minsoo.
Aquellas palabras cambiaron todos los planes de la segunda princesa. La furia y el dolor transformaron su rostro y la llenaron de un valor que no sabía que poseía. Todos los cuidados que había tenido hasta el momento dejaron de importar de un momento para el otro. Sintió un odio tan gigantesco por todo y por todos, que se atrevió a confrontar a su padre.
–¿No tiene nada mejor de qué encargarse? ¿Por qué no va a averiguar las cosas que pasan en la casa del príncipe heredero, en vez de controlar todo lo que yo hago?
–¿Qué intentas decir?
–Que tal vez mi hijo no sea el único por venir.
***
Kyungsoo se había colado en la habitación del palacio donde residía Jongin. A pesar de las quejas y de las amenazas, fue imposible sacar al príncipe del lugar, no cuando lo abrazaba y le rogaba por atención.
Finalmente y, después de mucho pelear, el menor de los dos terminó acurrucado en sus brazos, completamente dormido. Pero el segundo príncipe no pegó el ojo. Estaba muy preocupado, pensando en todas las posibilidades que lo alejaban de su amado.En medio de la oscuridad y el silencio de la noche, Jongin empezó a hablar dormido. Murmullos incomprensibles que no lograban tomar una verdadera forma, parecían más como ideas sueltas.
Kyungsoo, en vela e incapaz de conciliar el sueño, no pudo hacer otra cosa que morir de ternura. No entendía nada de lo que decía, pero sus rasgos se veían tan delicados, tan atractivos, tan llamativos que decidió disfrutarlos. Su expresión no mostraba ningún tipo de molestia o dolor, así que sólo se limitó a contemplarlo. Miró cada detalle de la persona que más le importa en el mundo. Después de unos minutos, pareció que se iba a quedar finalmente dormido y, como supuso, cayó en el sueño profundamente.
El segundo príncipe acarició el rostro de su amante y le invadieron unas inevitables ganas de llorar. Era culpa del miedo que cargaba. Porque algo en su mente le decía y le insistía que de alguna forma, más pronto o más tarde, terminaría por perderlo de nuevo. Sabía que, incluso si hacían promesas y juramentos, no iban a ser capaces de seguir juntos. Jongin tal vez tenía razón y por eso estaba igual de ansioso.
Kyungsoo se había repetido incansablemente que era una persona egoísta, y sabía que había algo de cierto en eso, pero no podía ser de otra manera. Sabía cuánto desea estar al lado de Jongin y de lo que sería capaz para conseguirlo. Porque estar enamorado era tan fuerte, tan desesperante, tan frustrante, que le era imposible ir por otro camino.
–Nos iremos. Debemos perdernos. Si no nos quedamos, si escapamos, nadie será capaz de hacernos daño, Jongin. Y ese es mi más grande deseo.
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Nos vemos en el futuro (Kaisoo)
FanfictionHay una nueva leyenda. Son doce de nuevo. La teoría del poder aparece. La fuerza roja llena los soles de oscuridad. ¿Qué le pasa a Jongin? ¿Dónde está? ¿Y si te quedas? Esta no es mi época. ¿Les gustó Overdose: Sobredosis de emociones? Bien, les...