Míos

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La mujer retrocedió asustada al verlo, lo que le provocó una sonrisa.

-Voy a pasar. Vaya por su marido.

La mujer no se pudo negar ante la orden. Salió dispara a hablarle al esposo, sin notar que el alfa no cerró la puerta.

Seijūrō entró a la casa. Observó que si bien no era ricos, si vivían cómodamente. La sala era grande, y tenían una pantalla de unas 50 pulgadas. Así como hermosos cuadros, sin firma, no tenía que ser un genio para saber de quien eran.

-¿Cómo se atreve agredir a mi omega? - gruñó el alfa.

-Silencio. Siéntese. Ambos.

Los ojos de ambos de abrieron en shock. Mientras obedecían al alfa menor.

-Respondan. ¿POR QUÉ ADMINISTRARON NEUTROLIZADORES A SU HIJO?

El alfa tembló por la voz. Nunca imaginó que ese mocoso fuera a dominarlos de tal manera.

-Esa era la orden.

-¿Quién lo ordeno?

-Quien nos lo regaló.

-No digas mas. Mujer tonta.

Seijūrō no creía que lo que acaba de decir la Omega.

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Kōki sonrió feliz al ver regresar al pelirrojo. Se había tardó bastante -Bienvenido.

-¿Te divertiste?

-si. Shirio-san me acompañó a comprar material. Y aproveche y fuimos a firmar los documentos del departamento.

-Me alegra.

-Tambien... ¿Fue mal la operación? Sentí algo extraño. Es la primera vez que me pasa.

-Si. Fue bien. El paciente casi se nos muere y bueno, ya está estable. Supongo que fue eso lo que sentiste.

-Ya veo.

-Vamos. Estoy agotado mentalmente- y no mentía, lo estaba. Saber todo lo que había descubierto le hacía querer tomar al castaño y esconderlo.

-¿Seijūrō-san?- sentía la preocupación del pelirrojo. No gustaba sentir esa preocupación, se sentía tan desesperante no poder hacer algo por él.

El castaño se sorprendió al verse envuelto en un abrazo de oso -¿Seijūrō-san?

-Eres mío. Son míos. Los defenderé.

-¿Seijūrō-san?- miró preocupado al pelirrojo.

Se sorprendió al ser cargado y llevado a la habitación. En cuanto estuvo en la cama el pelirrojo subió sobre el. Los ojos rojos lo miraban fijamente, sintió nervios al verlo acercarse.

Seijūrō besó esos finos labios de su omega.

Kōki respondió el beso, los cálidos besos se Seijūrō le hacían sentir ronronear de placer. Nunca había besado a algún otro alfa, nunca había estado interesado, incluso había pensado que jamás iba a despertar ese interés sexual en alguien.

Seijūrō comenzó a besar el cuello del castaño. A través de la camisa mordisqueo uno de los pezones del castaño haciéndolo gemir.

Avergonzado se cubrió la boca, comenzó a sentirse excitado. Intento cerrar sus piernas pero el pelirrojo no le dejo. Comenzó a restregarse contra él, sentía la erección de su alfa.

Seijūrō no esperó mas y despojó al castaño de la camisa. Fue besando cada parte de su cuerpo hasta que llegó a al ombligo del castaño. 

Levantó su cadera para facilitar que le quitará los pantalones. Cerró los ojos cuando el pelirrojo deslizó el boxer.

-Tranquilo- le susurró con calma.

Se estremeció al sentir la mano en su erección -nghh~

Apartó la mano -Déjame escucharte.

Solo pudo aferrarse a las sábanas, instantes después se corrió en las manos del pelirrojo.

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Seijūrō observó al castaño dormir. Le acarició el cabello castaño

-No volverán hacerte daño. No más- Prometió mientras recordaba su visita a los furihata.


InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora