Nido

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Kōki miró fijamente al pelirrojo. Aquél alfa le estaba proponiendo ser familia, no solo por el lazo sino por su bebé.

Sabía que los alfas odiaban que los omegas se resistieran a sus órdenes. Y éste alfa le estaba pidiendo su opinión.

-Vale. Intentaremos ser un familia...

-¿De verdad? - preguntó sonriente.

-Si. Pero si no funciona...

-Lo haré. Vamos. Te mostraré la casa.

Asintió y siguió al pelirrojo.

-Vivo solo. Los sábados viene el jardinero y la ama de llaves de mi madre, vine cada tres días hacerse cargo de la limpieza de la casa y surtir la alacena. Normalmente preparó mi desayuno y cena, a menos que no me de tiempo.

Vaya. Una caja de sorpresa era el alfa. Muy pocos se tomaban la molestia de aprender de cocinar, porque era cosa de omegas.

Recorrieron la casa, era de dos plantas. El arma del alfa se sentía más en la segunda planta.

-¿No es muy grande la casa?

-Si. Tengo amistades que vienen de visita aveces. Ryōta hace grandes fiestas por lo que me pide la casa.

-Ya veo.

-Eso no pasa muy amenudo. Así que no te preocupes. Vamos te mostraré nuestra habitación.

Iba a preguntar pero Akashi abrió la puerta de la habitación, se sintió mareado por el fuerte aroma que emanaba de la habitación.

-¿Te sientes mal?- preguntó al ver que el castaño se iba de lado. Lo sostuvo.

-Algo mareado.

-Ven. Acuéstate- ayudó al castaño entrar en la cama -¿Quieres agua?

-Si. Gracias.

Rápidamente se dirigió a la cocina a buscar agua.

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Kōki se cubrió la nariz, las feromonas de Akashi le estaba cobrando factura. Sentía su lado Omega ronronear extasiado. Negó. No quería caer... No...

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Seijūrō llevaba una jarra de agua templada y un vaso. Entro a la habitación, sonrió al ver una pila de ropa en cama. Sonrió y se acercó al buró, dejó la jarra. Se quitó los zapatos, la camisa y el pantalón la dejó en la pila. Se acercó a la cama y rebuscó entre la pila de ropa.

-A-Akashi-sensei- murmuró el castaño.

-Seijūrō- dijo entrando en el nido. Abrazo al castaño y liberó su aroma para atraer a su Omega. Automáticamente el castaño se apego a él.

Kōki ronroneó al sentir al alfa. Se abrazó a él, tenía miedo de soltarlo y que desapareciera.

-Estoy contigo ahora Furihata.

-Kōki- murmuró antes de quedarse dormido.

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Al siguiente día despertó al sentir una respiración en su cuello, el aroma de su alfa le hizo relajarse.

-¿Tienes hambre?

-hmm- murmuró  -¿Baño?

-La puerta de la derecha- respondió mientras miraba al castaño levantarse corriendo.

Soltó un suspiro cuando escuchó las arcadas. Se levantó y entro al baño, el castaño estaba apoyado en el piso. Le levantó el cabello para evitar que se ensuciara -Dentro de poco desaparecerá.

-Lo se. Solo que odio esto ¿mi bebé está creciendo bien?

-Por ahora sigue débil, al igual que tú. Pero en un mes estarán completamente sanos- una mueca se dibujó en sus labios -. Hiciste lo posible para mantenerte vivo.

Asintió -Tenia miedo. Mucho miedo.

-Ya estoy con ustedes. No te volveré a dejar solo.

-¿Lo promete?

-Lo prometo- le besó la frente -. No los dejaré.

Kōki sollozó por primera vez frente Akashi.

InesperadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora