Capítulo1
15 de julio, 2018.
Nihal Sheider.
Bajo del tren, arrastrando mi maleta conmigo. Observo a mi alrededor buscando algún taxi, me acerco al auto y le doy la dirección de lo que fue mi casa, apoyo mi cabeza en el cristal de la ventana y mis ojos se nublan debido a las lágrimas. Siempre he pensado que la vida es demasiado corta, siempre habrá una conversación pendiente, un lugar anhelado, un momento que quisieras repetir, ahora me doy cuenta nuevamente lo que es sentir aquella tristeza en tu pecho.
Muerte.
Una palabra que causa miedo para muchos, vivimos contra reloj sin realmente saberlo, de nuevo esa experiencia de; rencor hacia el mundo en general, lo que llegamos hacer por sentirnos solos, tristes, etc.
El auto se detiene en aquella mansión, saco dinero y puedo ver la mirada de pena que me da, el pueblo es demasiado pequeño que las noticias vuelan, todos los que habitan deben saber por lo que pasa la perfecta familia Sheider.
Salgo del taxi con un gran nudo en la garganta, incluso mareado. Con pasos inseguros me aproximo hasta la puerta donde me detengo indeciso si tocar o no, en algún momento debo hacerlo, pero no me siento preparado para este golpe.
Escuchar que tu hermano menor se suicidó no es una noticia fácil y menos cuando estas lo suficientemente lejos para llevar en un parpadeo. Aún recuerdo cuando mi madre sollozo en el teléfono y desee no haberme ido, era la primera llamada que reciba de ella después de dos años, me emociono, pero esa emoción se evaporo al escuchar la noticia, no lo pensé demasiado y vine lo más pronto.
Suspiro.
Es hora.
Toco la puerta con mis nudillos, los ruidos que se escuchan a través de la puerta me ponen nervioso, cierro mis ojos controlándome.
No es la gran cosa
La puerta se abre y veo la anatomía de mi padre, cabello rubio y unos ojos azules impresionantes, luce cansado junto con las ojeras debajo de sus parpados. Puedo ver la sorpresa en su mirada, pero se va repentinamente para volver a esa aura que tanto conozco.
—No pensé que vendrías— farfulla con rencor, quiero blanquear los ojos, pero no es el momento para una discusión—, ahora si vuelves Nahil, cuando le diste la espalda a la familia.
—¿Ustedes no hicieron lo mismo conmigo? — lo desafío con la mirada, no pienso dejarme pisotear como cuando era niño, él aprieta su mandíbula—, no tengo tiempo de pelear contigo padre, necesito ver a mi madre.
Sin esperar su respuesta lo hago a un lado y entro, observo la casa, luce perfecta, como siempre lo ha sido, los ligeros cambios son pequeños así que no se nota demasiado.
Me dirijo a la sala aun con mi maleta en mano, la dejo a un lado cuando veo a mi madre dormida junto a una fotografía de mi hermano. Doy algunos pasos para acercarme y escucho lloriqueos infantiles. Me tenso.
Camino hacia aquel llanto, entro a la cocina y veo a mis dos hermanas. Helena alza la mirada y parece no reconocerme, pero cuando lo hace me mira sorprendida y enojada.
—¿Qué haces tú aquí? — pregunta con voz gélida.
La pequeña niña voltea y me mira limpiando sus lágrimas, me acuclillo para estar a su altura y ella ladea su cabeza.
—¿Nihal? — frunce su ceño y ese gesto me resulta tierno. Cuando me fui ella solo era una pequeña niña de seis años.
—Así es pequeña— ella parece procesar las palabas y su rostro se ilumina para después correr hacia mi envolviendo sus delgados brazos en mi cuello.
Aún recuerdo cuando la llevaba al bosque a escondidas, recogía ramas para formar una fogata y comer malvaviscos, el frio de Geerland es demasiado intenso, era algo que muchos hacían en todo el año, pero nuestros padres no dejaban que entráramos al bosque ya que es, peligroso.
—Carlos... ¿él se fue al cielo? — se separa de mi para ver mis ojos, son igual que los míos, verde olivo, el parecido con Helena es demasiado, pero la diferencian sus ojos, los de Helena suelen ser más fríos, más lejanos y la pequeña Alice tiene unos ojos dulces.
Limpio sus lágrimas con delicadeza y asiento, ella se acurruca en mi pecho y observo a mi hermana, limpia sus lágrimas levantándose del suelo e irse. Me levanto y cargo a mi niña, sonrió. Desde que dio sus primeros pasos solía llamarle así, o dulce. Vuelvo a la sala y veo a mi padre junto con mi madre ya despierta, cuando su mirada se dirige a mi jadea, me inspecciona y se acerca a mi abrazándome aun con Alice en mis brazos.
—Te extrañe tanto— su voz se quiebra un poco y acaricio su mejilla, quisiera contradecirla, porque si fuera verdad aquello en el pasado hubiera atendido mis llamadas, lo cual no hizo, pero soy sensato y guardo mi comentario.
Bajo Alice al suelo y observo a mi madre, se lo que viene, así que no me sorprendo cuando recibo aquella bofetada, Alice chilla, pero mi padre la aleja.
Es el momento más inoportuno para pelear, no cuando en horas mi hermano será enterrado, pero al parecer la perfecta familia desea hacerlo.
—¿Cómo es posible que tengas el descaro de venir? — grita.
Si hay algo que la familia Sheider no perdona es el abandono.
—Mi hermano se acaba de suicidar...
Mi madre da un paso haciendo que guarde silencio.
—Cállate, no seas hipócrita y digas que ahora te interesa lo que pase en esta familia.
—Si me interesa— me aparto de ella, observando las fotografías familiares, como si esa bofetada no sucedió—. Estaré unos días, puedo irme a un hotel si lo deseas madre.
—No permitiré que mi primogénito este en un hotel, no quiero más escándalos— vocifera con voz dura.
—Como lo desees.
Un joven un poco si acaso más grande que yo toma mi maleta y me guía a mi anterior habitación.
Entro y observo, todo está igual, como antes, salgo de la habitación y miro la puerta de enfrente. Entro y la habitación de Carlos me recibe, mis ojos se cristalizan al recordar cada vez que peleábamos por tonterías.
Viajo por cada rincón y su ropa esta tirada, observo su escritorio lleno de papeles.
No pudiste suicidarte.
Sigo sin creer que el hiciera aquello, no tenía signos de depresión, nunca los tuvo, pero tal vez cuando me fui todo cambio.
—Desde que te fuiste Carlos fue más frio— escucho a mis espaldas— la presión familiar lo llevo al límite, pero aun así el prometió que no iba abandonarnos, no sería un cobarde como lo fuiste tú.
Me doy la vuelta y veo a Helena.
—No soy un cobarde, yo quería ser algo más que el primogénito Sheider, esta no era mi vida— aclaro.
—Nos dejaste solas, no te importo nada— determina con voz fría— no aceptaste tu puesto en la familia, no quieras volver a venir por él.
—No vengo por ello— anuncio.
—Perfecto— gira sobre su eje saliendo de la habitación.
Veo los dibujos de mi hermano y tomo uno, observo lo bien que lo hacía, busco más en el escritorio, pero algo llama mi atención.
Veo un sobre azul y lo tomo entre mis dedos, abro el sobre y leo la nota:
Te espero donde mismo, no tardes.
Frunzo el ceño, solo dice eso, volteo y miro la fecha.
13 de julio.
Mi mano tiembla al acertar con mis sospechas.
Él no lo hizo, estoy seguro, esta persona fue la última que lo vio, solo debo averiguar quién es, ahora solo falta que mi familia me crea, que eso será más difícil.
Nota de la autora: ya conocieron a la familia Sheider, bienvenidos a Geerland, espero y disfruten del show.
Nos leemos pronto.
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Flores azules 1
Mystery / ThrillerUna muerte... una flor azul. En el pueblo de Geerland. Cuando la noche cae, el caos se desata, gritos de ayuda son solo ecos en las paredes, el miedo despierta y los demonios ansían hambrientos. La energía niebla los sentimientos puros...