Capítulo 3. CHANTAJE.

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Capítulo 3

20 de julio, 2018

Nihal Sheider.

Bajo las escaleras y veo a mi familia en la mesa, me apresuro a sentarme porque sé cuánto odia mamá que nos tardemos más de lo debido. Arrastro la silla y puedo sentir la mirada de mis padres, me siento alado de la pequeña niña y despeino su cabello y a pesar de que sonríe puedo ver esos ojos dulces un poco tristes. Desde el entierro no se ha hablado nada del tema, como si días antes aquello no sucedió, algo típico de esta familia.

—Debes ir a tus clases de patinaje— ordena Samantha a Helena, mi hermana alza la vista para observarla confundida—, creo que no debemos seguir así, tenemos una vida, una apariencia...

—Acaba de morir tu hijo— le recuerdo, pero por la mirada que me da sé que no lo ha olvidado—, perdón.

—Lo tengo presente Nahil— me sonríe falsamente—, pero no puedo quedarme a llorar su muerte.

Sé que es su manera de sobrellevar el dolor, evitarlo, pero no todos somos como ella y debe saberlo.

—Estoy de acuerdo— ella se sorprende ante mi respuesta—, pero Helena puede decidir si esta lista.

—¿Desde cuando tienes voz y voto en esta casa? — me apunta con su dedo—, desde que te fuiste la perdiste— blanqueo mis ojos. Estoy harto de que me repitan lo mismo.

—Más respeto para tu madre— ordena mi padre.

Resoplo.

—¿Helena quieres ir? — ella me mira asustada, lo puedo ver en sus ojos.

—Yo...

Observa a mi madre y sé que está perdida.

—Me servirá distraerme— sonríe viéndome a los ojos.

—Ahí tienes tu respuesta— mi madre me mira antes de seguir con su desayuno.

El desayuno termina y estoy a punto de subir a la habitación cuando lo escucho.

—Necesitamos hablar contigo— habla mi padre. Asiento y los sigo.

—¿De qué?

—¿Por qué volviste?

Los miro sin sorprenderme, les sonrió.

—Vine por Carlos— aclaro.

—Nos traicionaste— habla con voz severa.

—No lo hice— niego con mi cabeza.

Mi padre alza una ceja.

—Desafiaste a tu padre— me recuerda ella.

—Solo eres un cobarde que no sabe enfrentar el legado de esta familia. No estas al nivel— vocifera acercándose a mí, si hace tres años me hubiera dicho esto lo más seguro es que agacharía la cabeza y le pidiera perdón, sin embargo, alzo la barbilla y me burlo en su rostro.

—Te duele tu orgullo— no me amedranto, al contrario, doy un paso más cerca de él— nunca nadie ha desafiado al gran Kurt Sheider — me rio—, que tu propio hijo lo haya hecho te duele, aunque no quieras admitirlo.

No me esperaba ese golpe si soy sincero, al menos no me tiro al suelo como tantas veces, puedo sentir mi labio sangrar, me limpio un poco y le sonrió sínicamente.

—Ya te habías tardado— me burlo, él está a punto de hacerlo nuevamente, pero mi madre lo detiene.

Vaya al parecer, aunque sea le importo poco.

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