Capítulo 19. DULCES SUEÑOS.

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20 de agosto, 2018.

Azul Jennings

Con el juego de llaves en mis manos bajo las escaleras al sótano, me inclino y empiezo a quitar todos los candados del lugar.

Abro la puerta y se escucha un fuerte chillido. Busco el interruptor entre la oscuridad y lo enciendo. Busco la cuerda y jalo con fuerzas apareciendo la escalera de madera que me encargo de escalar.

Sujeto la llave azul entre mis manos y abro la última puerta junto con un código que me pide, se abre automáticamente y entro silbando. Observo su cama de mantas blancas juntos con sus luces de navidad alrededor de ella con tonos azules.

La veo ahí sentada con sus pinceles regados mientras crea una obra de arte, ella se voltea a verme para observarme con esos ojos azules cristalinos, me acerco a ella y retrocede asustada. Alzo una ceja y ella se levanta, camino otro poco más antes de tener el poder de su cuello en mis manos.

Cuando llegue de la fiesta observe a mi hermano ya aquí, sabía que él ya estaba al tanto de todo y me mando a calmarme, eso no evita que aun quiera matar a esta estúpida por meterse donde no le llaman.

—¿Pensaste que no vendría? —me burlo apretando su cuello, ella trata de moverse, pero es inútil.

—Azul...

Ella me empuja y la suelto, empieza a tratar de huir, pero es inútil porque no tiene escapatoria.

—Debí matarte maldita estúpida, no mereces que te salvara—susurro, no necesito gritar para implementar miedo, sus ojos azules lucen asustados y eso hace que una satisfacción crezca en mí.

—Eres una maldita loca.

Me acerco a ella, le sonrió.

—Tú no te quedas atrás Bessel. Eres una loca, preciosa esa simulación de niña buena no cambia el hecho que seas una asesina.

Eso parece dolerle y se remueve, pero sostengo sus muñecas y me subo a su cuerpo.

—Sabes que no fue mi elección... ellos...

—Eres un monstruo Bessel, no importa las circunstancias cuando al finalizar el día tus demonios salen hambrientos.

—¡Basta, basta, basta!

Comienza a gritar y removerse una risa ronca suelto desde mi garganta.

—Tal vez deberías volver a tu hogar.

Ella me observa.

—No, sabes lo que eso significaría— susurra con los ojos cristalinos.

—¿Por qué te entrometiste?

Ella guarda silencio y huye de mi mirada sus mejillas enrojecen.

—Yo nunca te hable de Nihal, ¿Cómo lo conoces?

Silencio.

—¡Habla de una maldita vez!

—Yo... — niega con su cabeza—, él no merece esto.

—¿Desde cuándo tú decides aquello?

Alzo mi mirada y observo a mi alrededor, gruño.

—Te escapaste, pero no hay ventanas, a menos que...

Es entonces cuando lo recuerdo. Existen dos llaves de este cuarto y uno desapareció hace unos días.

—Pensé que no eras lista.

Ella frunce el ceño.

—No voy a permitir que lastimes a ese chico Jennings.

—Yo no voy a permitir que vuelvas a meterte en mis asuntos.

Flores azules 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora