Capítulo 28. ACEPTACIÓN.

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Capítulo 28

10 de noviembre, 2018.

Nahil Sheider.

Mis ojos se cristalizan al ver aquella imagen.

No podía creer que ella... ella hiciera eso.

Confíe en ella.


Y tiene sexo con un estúpido.

Amelie.

Saboreo su nombre en mis labios, la ira se filtra en mi sistema. Esas fotografías son claras y concisas.

Siempre me toman el pelo, pensando que no haré nada.

Guardo las fotografías en el cajón y cierro con llave, miro el paisaje a través del cristal de mi ventana.

—Vas a pagar Amelie, esta traiciónsonrió de lado —, te costara la vida—prometo.

Despierto de golpe y miro a mí alrededor, el cielo aun es oscuro y me acomodo en el suave colchón, cierro mis ojos un momento.

Amelie.

Susurro su nombre.

Ella fue ese primer y estúpido amor de la adolescencia, era perfecta, hermosa, inocente y delicada, sin embargo, todo fue una mentira ella no es inocente y solo me utilizo para pasar desapercibida en su amor clandestino, al enterarme de la verdad sentí coraje, dolor y odio así que lo mejor fue traer el infierno a ella y corromper su alma.

Dicen que la venganza no es buena, tal vez tengan razón, pero el placer se saborea en mi lengua con una dulzura imposible no querer probar.

Fue fácil, pues ella a pesar de ser una tonta cualquiera su alma seguía igual de gentil. En ocasiones ella me abrazaba pidiéndome perdón y pensaba que me lo diría sin embargo, nunca fue capaz así que mi plan siguió en pie, humillar a Amelie fue placentero, ver sus ojos verdosos con esas motas grises que la diferenciaba de Ayla llenos de miedo me hizo sentir un placer que nunca antes había sentido.

Fui verdaderamente yo, sin cadenas solo siendo en lo que mi creador me convirtió y se sintió bien fue; liberador.

Dejo las sabanas a un lado y me levanto, empiezo a colocarme el par de tenis deportivos y una vez listo tomo mi abrigo y salgo de mi casa con mi teléfono y audífonos.

La nieve cae sobre mi rostro y siento un poco de frío, pero eso no es un impedimento para seguir hasta llegar a mi lugar de destino donde me detengo y observo aquel árbol.

— ¿Cuánto tiempo? susurro mirando su altura, es pequeña, pero sin duda es más alto que yo, apoyo mi espalda en el tronco y sonrió—. Los días y años han seguido su curso, el arrepentimiento no llega y cada vez que tiene el placer de tocar mi puerta y quedarse, un soplo de viento frio lo desaparece.

Aún recuerdo su sangre en mis manos, su mirada irse a la nada y ser el último que escuchó su final soplo de vida.

Otro descubrimiento.

Me gustaba, siempre quería sentir esa normalidad de culpa, pero nunca llego. Nunca.

No sentí miedo o terror por acabar con una vida demasiado patética e insignificante como la de él, ver su sorpresa y su suplica fue una jugosa venganza y fue mejor aún ver lágrimas en ella por su amado aún más glorioso un cuadro que es digno se guardarse en mi memoria.

Flores azules 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora