Capítulo 10. PEDAZOS DE LA VERDAD.

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Capítulo 10

Nahil Sheider.

Me acerco más a su rostro como si fuera posible y su respiración agitada impacta en mi rostro. Sus labios pálidos y tentadores me llaman a tocarlos. Acerco mis labios a los suyos y solo rozo mis labios con los de ella, ella me mira y puedo ver esos ojos brillar.

—Porque aquí nadie se suicida— me alejo y sonrió ante lo afectada que se ve. Vulnerable.

Ella parece recomponerse y habla con tono frío:

—Pues ahora sí.

Divago en su sala indeciso si decirle o no.

—Yo no creo que los chicos y el profesor acabaran con sus vidas.

Ella sonríe de lado.

—Se sentían mal, miserables y prefirieron acabar con eso.

Se encoge de hombros indiferente.

—Tengo una prueba que dice lo contrario— aseguro.

Ella parece sorprendida, frunce el ceño sin entender.

—¡Estás loco! — dice dándose la vuelta, camina hasta la cocina y la sigo.

—No, alguien cito a mi hermano en un lugar el mismo día que según se suicidó.

—Eso no prueba nada Nihal, es solo tu cabeza negándose a que el hiciera aquel acto.

—Carlos no se suicidaría, lo sé.

—Bien— se voltea y se apoya en la isla, me mira unos segundos dudosa y suspira—, ¿Qué más pruebas tienes?

—He leído cada periódico donde dicen los suicidios. Los chicos mueren de la misma manera, pero también hay una flor azul en el crimen, nadie parece tomarle importancia.

—¿Quién le tomaría importancia? — pregunta de manera sarcástica—, solo es una flor.

—¡Oh claro, cada chico decidió que la mejor manera era suicidarse en el bosque, con algunos cortes en su cuerpo y dejando una flor azul!, ¡Es genial! ¿no?

Mis palabras salen de manera sarcástica y ella solo permanece ahí, sin decir nada, pasan algunos segundos donde ella me mira con seriedad.

—Te parece si hacemos algo de comer, muero de hambre.

Entorno los ojos y estoy a punto de rechistar, pero ella me interrumpe.

—Después podemos ir a tu casa y me enseñas que información tienes, puedo ayudarte.

—Bien— suspiro.

Ella se voltea y abre el frigorífico en color negro, es pequeño, pero está lleno de alimentos. Cada cosa la deja en la isla y cuando ya tiene todo me observa.

—Ven ayúdame— ordena.

Si Azul es una persona muy mandona.

Empiezo a cortar verdura y ella pone agua a hervir, mientras eso sucede sazona el pollo para verterlo en un sartén que minutos antes le había puesto un poco de mantequilla. El sonido del pollo impactar con el sartén ya caliente suena irritante.

Ella vacía el paquete de espagueti en la olla donde está el agua y pone otra igual para poner las verduras.

—No sabía que cocinabas— murmuro enjuagando mis manos, las seco en una toalla en color gris y apoyo mi espalda baja en la isla.

—Hay muchas cosas que no sabes de mi Nahil— susurra concentrada en su labor. Se gira y me observa, la cocina es pequeña que solo dar tres pasos su rostro estaría cerca del mío.

Flores azules 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora