Capítulo 21. DOLOR INEFABLE

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Contenido explícito y escenas violentas +17.

9 de septiembre, del 2018.

Azul Jennings.

Abro mis parpados lentamente, trato de levantarme, pero me doy cuenta que no puedo, confundida y un poco somnolienta miro a mi alrededor. Lo primero que observo es una bombilla parpadeando, no hay ventanas, bajo mi mirada para ver mis piernas atados a una silla, trato de mover mis manos provocando que la silla de metal se mueva un poco produciendo ruido.

Respiro tranquilamente sin perder la compostura y la puerta se abre. Finjo una sonrisa y me preparo para el siguiente acto.

Esta todo casi oscuro ya que la bombilla se empieza a pagar con más velocidad, la persona desconocida entra dejando la puerta entre abierta y puedo escuchar sus pasos perfectamente. Pasa por mi lado y siento su respiración en mi oído.

—Te lo advertí — soltó las palabras envolviéndola en la incitación de su ronca voz. La conocía.

—Te advertí que no te tenía miedo— susurré con una sonrisa pintada en mi rostro.

Él chasqueo la lengua y acaricio mi cabello. Logre sentir sus labios en mi oído provocando que me tensara.

—Deseo matarte ahora mismo.

—No te la pondría fácil.

—Cada persona tiene debilidades Azul Jennings.

—Por eso es bueno conocerlas y no dejarnos manejar por ellas sólo son sentimentalismos estúpidos que no te permiten pensar con claridad.

—Sabes... — se planteó frente a mí y se acuclilla para observarme, sentí como sus manos se apoyaban en mis rodillas — ¿Qué es mejor que matarte?, destruirte de una manera lenta — se acercó a mi rostro y lo único que sentí fue ira—, donde supliques que acabé contigo...

Le ofrecí mi mejor sonrisa.

—No puedes destruirme.

—Eso ya lo veremos.

Dicho eso abandonó el lugar y entro una chica, la conocía sabía quién era. Ella se acercó y recibí una bofetada y no conforme con eso recibí tres más tirándome al suelo, logre sentir mi labio sangrar, pero alce las comisuras de mis labios.

—Sigues siendo patética.

Ella se agacha y golpea mi abdomen con sus tacones rojos aun con la silla amarrada.

—No debiste meterte conmigo Azul.

—Eres tan cobarde que me necesitas tenerme amarrada para golpearme.

Ella me levanta y me mira con la ira en su rostro y eso hace que sonría aún con el dolor en mis mejillas.

—Eres una demente.

—Lo dice la cuerda... — comienzo a reírme —. Tú sigues siendo una perra Susan.

Eso parece enojarla ya que se aleja de mí, saca algo de su bolsillo y yo la miro curiosa. Se voltea y observo el cigarrillo en su boca.

—Pensé que eras mojigata.

Ella se acerca y expulsa el humo con una sonrisa burlona.

Las personas más normales pueden ser las que esconden más demonios.

Juega con el cigarrillo entre sus dedos y lo siguiente que siento hace que apriete mi mandíbula.

No permitiré esto.

Él cigarrillo impacta en mi brazo y puedo sentir el fuego vivo. El ardor llega a sentirse como un pequeño piquete de abeja comparado a lo que él me hacía, agacho mi cabeza y comienzo a reírme.

Flores azules 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora