Flores azules 1

Capítulo 8. PACIENCIA DE CRISTAL

6 de agosto, 2018.

Nihal Sheider

6:00 a.m.

Escucho el sonido del despertador y casi quiero aventar mi teléfono, pero no suena como algo adecuado. Me dormí bastante tarde tratando de encontrar algo de información que me dé más pistas. Me dirijo al baño aun somnoliento, me ducho y salgo con una toalla en mis caderas para buscar que ponerme.

Hoy regreso a la Universidad y no me siento nada emocionado.

Bajo las escaleras y observo a Helena con cara de: odio la vida. A mi lado aparece una niña corriendo para tomar el desayuno, mi padre ya se encuentra comiendo su desayuno tranquilamente.

— ¿Desapareció el periódico? — pregunto al sentarme.

Mi padre me observa serio.

—La chica no desapareció la nota— se queja, irritado—, no sé cómo la amenazaste, pero no funciono.

— ¿Tu no lo hiciste?

Niega.

—No exactamente.

Hago una mueca recordando sus palabras, no sé si confiar sea lo más adecuado, pero estoy algo desesperado y una sensación de que ella sabe información de la que yo no estoy enterado. Comienzo a comer tranquilamente, bebo de mi café deleitado, sin duda esto si extrañaba. Termino y vuelvo a subir a mi habitación para terminar mi aseo personal y sujeto la mochila que compre días antes. Busco en mi cajón aquella caja pequeña e ingiero su contenido. Me miro al espejo y suspiro.

— No será tan malo— hablo, suena patético, pero debe funcionar.

La puerta se abre y entra Alice con su mochila cargando. Hace muecas al ajustar la falda. Me burlo.

— ¿Sucede algo?

— Esta falda parece de la época de los cincuenta— se queja.

—No es tan mala— la animo, ella me manda una mirada severa y alzo mis manos riendo.

Me acuclillo y despeino su cabello rizado.

—Es un nuevo año escolar, no seas tan pesimista— susurro. Suena hipócrita tomando en cuenta que yo lo estoy siendo.

Ella me sonríe maliciosamente y solo quiere decir una cosa; quiere algo.

—Podrías llevarme en tu moto— musita con ternura.

Niego.

—Si Kurt se entera va a ahorcarnos juntos querida, mejor vete con ellos.

—¡No!

—Prometo que cuando tengas la edad suficiente tundras tu propia moto—prometo.

—¿Y mientras? —pregunta con un tono dulce que me hace flaquear—. Quiero que me lleves tú.

Su labio empieza a temblar y blanqueo los ojos.

—Está bien pequeña.

Ella sonríe y me abraza. Sujeto su mano y ambos bajamos donde observo a mi hermana, mismo uniforme solo que es de distinto color, ella tampoco luce contenta. Creo que nadie quiere entrar de nuevo a la escuela.

Conduzco hasta la primaria de Geerland y en realidad solo hay dos. Llegamos y ella se baja quitándose su casco, ella me observa con una sonrisa.

—Pórtate bien.

—Claro— se encamina para entrar, pero se detiene a medio camino y me regresa el casco.

+++

Entrar a la universidad de medicina es extraño, todo luce antiguo, pero aun teniendo ese toque de elegancia. Camino hasta la dirección y hay una larga fila. Cuando llega mi turno me dan mi horario, libros y las llaves del casillero.