°•|Capítulo 1|•°

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Todas las miradas se fijaban en la anatomía que se posaba en el umbral de la puerta del salón, con el típico aire frío en su fisonomía y su aspecto totalmente rudo

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Todas las miradas se fijaban en la anatomía que se posaba en el umbral de la puerta del salón, con el típico aire frío en su fisonomía y su aspecto totalmente rudo.

Otra vez había llegado tarde.

La maestra estaba que dejaba escapar todo el humo de sus orejas por la rabia que le había atacado, cual bestia feroz.

Pues el azabache, junto con sus tres amigos eran los únicos de sus alumnos que le brindaban ese problema con la llegada tardía.

—Joven Park, esta es otra de sus llegadas tardes en lo que va del año —reprochó la rubia, haciendo notar en su fisonomía lo roja que empezaba a ponerse por el enojo.

—Y este es otro no me importa de lo que va del año —atacó, tomando pase al salón como si no hubiese ocurrido nada.

La maestra Lee, como siempre hacía cuando las horas de su clase le tocaba desarrollar, suspiró profundamente e ignoró la cruda reacción de su alumno.

Después de todo Park JiMin era todo un caso sin remedio.

Al llegar a su asiento, el azabache se dispuso a prestarle más atención a la chica del cenizoso cabello que a la clase misma.

Pues ella era su todo, ella había sido el único ser que le había hecho sacar todo su verdadero lado detrás del aspecto arrogante, frío e insoportable que se empeñaba a mostrar en el exterior.

Pero en el interior, sólo era un pequeño niño con sed de amor.

Un niño que sólo pedía por atención, comprensión, cariño y, especialmente, amor.

Ése vulnerable niño interior escondido bajo todo lo pútrido del hombre del exterior, era el que quedaba expuesto cuando ella estaba cerca.

Ése temeroso e ingenuo niño, seguía perdidamente enamorado de aquélla chica que le hacía estremecerse.

Amaba mucho a su novia, con la cual tenía ya una relación de doce años.

Tanto él como ella, hacían el complemento perfecto del cual aquella llama de fuego aún seguía prendida, cual antorcha viva.

Doce años de relación, que habían comenzado desde que ella tenía diez y él once.

Ese era un amor puro y realmente sincero.

Pero claro, los años pasan y los cambios, tanto físicos como hormonales, habían tomado un rol importante en la vida del azabache.

Pues éste era un ser sediento del placer y esclavo de la lujuria.

[…]

—J-jiMin-ah~ —gimoteó la de ojos miel, sintiendo la tensión y dureza de todos sus músculos al tener la cercanía de la anatomía del contrario.

—Dile a daddy lo que necesitas —susurró en su oído izquierdo, estrechando aún más su fornido cuerpo contra la delicada femenina anatomía.

La actividad tan común y totalmente normal para el chico, pero no para la chica, estaba siendo efectuada.

Una vez más JiMin había arrastrado a su linda novia hasta uno de los cuartos del conserje.

Una de las cosas que el azabache había tomado por costumbre en los tiempos de descanso, era eso.

Disfrutar del sexo rápido con su chica.

Amaba sentir que los músculos de la chica de cabellos cenizos se tensaran con sólo un roce de sus dedos sobre su cuerpo, le encantaba sentir el calor en su fino cuerpo cada vez que la exponía ante él.

Y sobretodo amaba ver el típico sonrojo en los pómulos de su jagi, cuando le decía algún morbo, cuando le tocaba zonas que no debía, cuando le robaba besos calientes y prendidos, cuando la hacía suya.

JiMin amaba ese caliente pero tierno sonrojo en las mejillas de su chica, Jeon T/N.

—N-no podemos a-ahora, es…estamos en la universidad, Minnie —logró soltar a puras penas, pues el choque de la hombría del susodicho en sus curvas le hacía voltear los ojos.

Y ahí estaba ese sonrojo que JiMin tanto amaba ver en el rostro de T/N.

—Pero ahora estoy prendido y con unas jodidas ganas, que si no las sacio ahora, podría explotar —comentó, mordiendo el hombro de la contraria, logrando arrancarle un gemido sordo.

Y la chica de cabellos cenizos estaba dispuesta a acceder a la subida propuesta que su novio le estaba dando, pero los ruidos del otro lado fueron el llamado de alerta y la descontinua afirmación.

Gente se aproximaba, el tiempo de descanso parecía haber culminado y sólo significaba volver a las aulas.

Volver a la prisión, a como el azabache diría.

—Tendrás que aguantar, Minnie, el descanso terminó —sonrió con pura inocencia, volteando su fino cuerpo y besando los labios del mayor.

En cuestión de segundos, las manos del chico se posaron en la cintura de T/N, empezando su misión de atacar salvajemente aquellos gruesos belfos que le hacían derretirse.

Pero su misión falló, inesperadamente la de tez blanca se apartó de su fornido cuerpo, excusándose con que si seguían, probablemente llegarían hasta el final de las cosas.

Teniendo T/N la razón.

Pues a JiMin no le gustaba dejar las cosas a medio camino, JiMin iniciaba las cosas para terminarlas.

Pero esta vez, tendría que ir a favor de lo que no le gustaba hacer sin culminar.

—Más tarde, Minnie —fue lo último que dijo, antes de desaparecer por aquella puerta.

—Joder —pasó su mano en su cabeza, corriendo su cabello hacia atrás en forma de frustración.

Se lo había aplicado una vez más.

Su novia le había dejado con unas intensas ganas de devorarla por completo.

Y con una polla extremadamente dura.

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