°•|Prólogo|•°

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Pisadas de dos pares de zapatitos se oían en toda la gran mansión de la familia Jeon, acompañados del sonar de las pesadas pezuñas de la mascota de la misma familia

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Pisadas de dos pares de zapatitos se oían en toda la gran mansión de la familia Jeon, acompañados del sonar de las pesadas pezuñas de la mascota de la misma familia.

El perro siberiano, de colores blanco con café y de ojos con un color distinto en cada orbe, correteaba a la pareja de niños que yacían jugando con el hacía ya unas largas horas.

Los cenizos cabellos de la niña, de apenas unos diez años de edad, flotaban en el aire como si tal estuviese sumergida en el agua del mar.

Y los negros cabellos del niño, que era mayor por un solo año que la niña, volaban de una manera distinta a la niña puesto que la diferencia de longitud en cada cabello era distinta.

Y como todo niño, los energéticos menores del hogar correteaban de aquí hacia allá, con el objetivo de no ser atrapados por las garras de Skysoo.

Si, Skysoo.

Jeon Skysoo, el perro siberiano que era parte de la familia Jeon.

—¡Niños, la comida ya está servida! —habló una femenina voz desde la cocina, robando la atención de ambos niños.

—¡La comida! —gritaron ambos menores, corriendo como alma que lleva el diablo hacia la cocina, dejando a un muy agotado Skysoo desparramado en el suelo.

[…]

Las cuatro moradas paredes y un azulejo negro adornaban la pequeña pero gran habitación de la niña de cabellos cenizos, haciendo juego con la lila cama y el resto de muebles que la niña poseía en aquel fuerte, a como ella le llamaba.

Ambos menores habían subido hasta el fuerte de la niña, luego de que sus estómagos llenos por la cena habían sido atendidos con tan exquisitos platillos.

Ambas anatomías pequeñas yacían en el pequeño balcón de la habitación, enfocando sus vistas hacia el estrellado cielo nocturno.

La luz de la luna resaltaba en esa noche, conjuntándose a la perfección con la lluvia de estrellas que le adornaban en esos instantes.

Los lacios cabellos cenizos de la menor eran empujados por la brisa fresca del viento, haciendo que el aroma a fresas impregnado en su melena le invadiera las fosas nasales al pequeño azabache.

Una linda relación de amistad había crecido en ellos desde que tenían memoria, pues sus familias han sido amigas desde hacía años. Gracias a ello, ellos crecieron juntos, se criaron, literalmente, juntos.

Asistieron al mismo Kinder y actualmente a la misma escuela primaria.

Prácticamente todo lo habían hecho juntos, dormían juntos cada día de por medio, comían juntos siempre, jugaban juntos como grandes confidentes, se contaban todas, absolutamente todas sus travesuras y aventuras.

°•|¿Y si me besas?|•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora