°•|Capítulo 12|•°

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Park JiMin

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Park JiMin

—¿Otra vez, joven Park? —preguntó la molesta maestra, dejando sus papeles sobre el escritorio del salón.

Sólo me limité en observarla por unos microsegundos, para luego encogerme de hombros e ir directamente a mi asiento, al lado de mi hermosa mujer.

La verdad es que me aburría, estaba aburrido y harto de que siempre me dijera las mismas mierdas de mis llegadas tardes.

Me aburría en gran manera y hartaba de sus estúpidos reproches, mas sin embargo le respondía de mala gana cada vez que me venía en gana. Hoy fue distinto, pues ni ganas de dirigirle el habla me vinieron.

Sonreí con sorna en cuanto llegué a mi destino, y más me enloqueció haber presenciado ese bello y provocativo sonrojo en sus bellas mejillas.

Quería comérmela por completo en ese instante, pero luego me arrepentí al recordar que estábamos en el salón. Con cuarenta y nueve alumnos dentro suyo, contando a mi preciosa T/N y a mí.

Tomé asiento al instante en que me aproximé, coloqué mi mochila negra a un lado de mi persona y de manera discreta mordí el lóbulo de la oreja de mi chica.

—M-minMin… —susurró en respuesta, estremeciéndose en su asiento y provocándome agrandar mi sonrisa ladeada.

—¿Qué? ¿Con sólo ese roce me deseas ya? —pregunté socarrón, ganando que sus sonrosadas mejillas aumentaran en color, si eso aún es posible.

—¡M-minnie! —chilló por lo bajo, cubriendo con disimulo su rostro, con sus delicadas manos blancas.

Reí burlón, tomando postura sobre mi asiento y buscando atender a las explicaciones de la maestra con maestría y premio nobel de la amargura.

Conduje mis manos hacia la negrura de mi mochila, y en cuanto hice contacto leve con ella, un supervisor irrumpió en el salón.

Le resté importancia a su presencia y seguí con lo mío, hasta que un suave tacto me hizo elevar el rostro.

—¿Qué ocurre, nen…? —mis palabras cortaron de golpe, pues la maestra amargada interrumpió el curso de mi frase.

—Joven Park, el director lo necesita en dirección —mantuvo su semblante serio, mientras mi entrecejo se mantuvo fruncido por el reciente aviso—. Ahora, Park.

Por inercia volví mi mirada a la de mi T/N, quien me observaba preguntando “¿ahora qué has hecho?”. De ella, pasé a los ojos de la maestra, ganándome un leve bufido por parte de ésa mujer.

—No tenemos todo el día, Park.

—Joder que ya sé, tampoco sufro de retraso, ¿sabe? —respondí de mala gana, poniéndome en pie y dirigiendo mis pasos hacia la salida, no sin antes haber dejado un sonoro beso en las mejillas de mi chica.

¿Ahora qué mierda quería el viejo?

[…]

Estaba a unos jodidos pasos de llegar hasta la oficina del señor director. Aún tenía esa incógnita de porqué me mandaba a llamar.

No entendía nada, mis pensamientos se habían perdido. Estaba descolocado totalmente.

Vaya, recién regresaba de mi expulsión y ahora me encontraba a pocos segundos de volver a la dirección. Qué suertudo has salido, JiMin. Nótese mi sarcasmo.

Suspiré pesado, deteniendo mi andar, decidido a entrar. Pero una aguda voz me llamó, haciendo que volteara a ver a dicha persona, para más específico, a dicha chica.

—Oh, Iseul, ¿qué se te ofrece? —pregunté aburrido, pues ya me quería marchar de este lugar y volver con mi novia.

—Hola, JiMinnie, yo también estoy bien, gracias por preguntar —comentó, aumentando por sobremanera mi aburrimiento.

—¿Qué? —volví a preguntar, irritado por su rostro de “ofendida”.

Joder que es más falsa que la silicona de cirugía que porta la Nicki Minaj. Sin ofender a su persona, claro.

—Ugh, eres un pesado —se quejó—, pero igual no importa —rodeó sus diminutos brazos alrededor del mío.

—¿Qué mierda quieres? —traté de apartarla con sutileza, pues como era una mujer no podía simplemente empujarla, a como le haría a cualquier tipo.

—¿Has estado ocupado? Me gustaría invitarte a salir un día de estos, no hemos tenido la oportunidad de convivir como amigos, sólo nos hemos tratado como simples conocidos —hizo un puchero, pues me había alejado de su cercanía en cuanto menos lo esperó.

—¿Que no es eso lo que somos? —pregunté con obviedad en mis palabras, pues realmente somos unos simples conocidos.

Volvió a acercarse a mi persona, invadiendo por completo mi espacio personal.— Me gustaría que dejáramos de ser simples conocidos, y, no sé, llegar a ser amigos, ¿quizá? —sonrió, con una muy visible inocencia fingida.

Hasta este jodido punto ya estaba más que asqueado.

¿Que no se da cuenta que me asfixia su presencia? Me fastidia en sobremanera y me sofocan sus jodidas intenciones de querer acercarse a mí. Simplemente me aburría muy mal y no me quedaba más remedio que hacer lo que siempre hacía.

—Eso lo dudo mucho, ¿sabes qué? Tengo un maldito asunto por resolver en dirección, y tú me estás haciendo perder el tiempo —reprimí su emoción en hablarme, di media vuelta sobre mis talones y tomé el pomo de la puerta.

—¡Espera! —tomó mi muñeca, causando que saque un gruñido de fastidio por reacción—, ¿no lo tomarás en cuenta tan siquiera?

Me tomó sólo unos jodidos segundos para zafarme de su agarre, y suspirando más fuerte de lo que pensé, le contesté rápido y con sequedad.— No.

Dejándola en su lugar, entré de una buena vez a la dirección.

¿Por qué siempre tenían que arrimarse así? Joder que parecen más ofrecidas de lo que sus supuestos tiernos rostros aparentaban.

—Park, al fin llegas, toma asiento —comentó de repente, volviendo a tomar asiento sobre su lugar.

—¿Qué es lo que ocurre, director? —hablé con furia, sintiéndome más asqueado que antes.

Se limitó a sólo observarme, descolocándome aún más, pues esta visita no la entendía del todo.

¿Qué era lo que quería de mí?

¿Qué era lo que quería de mí?

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°•|¿Y si me besas?|•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora