°•|Extra VIII|•°

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Los pasos que se oyeron desde el exterior de la cocina alertaban a la chica de cabellos mentas que alguien se hacía próximo a ella, sonrió pensando en la posible persona de la que se trataría

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Los pasos que se oyeron desde el exterior de la cocina alertaban a la chica de cabellos mentas que alguien se hacía próximo a ella, sonrió pensando en la posible persona de la que se trataría. Sin embargo, se sorprendió un poco al notar que el chico que ella esperaba no era el mismo, pues las mojadas hebras rubias salieron con relevancia ante la presencia del chico con un esbelto cuerpo, con unos pantalones cubriéndole las piernas de la exhibición nudista en la que danzaba su pecho y torso desnudo.

Sorpresa que escondió en el pase de unos microsegundos al hacerse con el recién llegado, sonriendo con sorna tomó el contenido que yacía paciente en los interiores del recipiente que sus manos sostenían sin presión sometida.

Elevó una ceja juzgando de manera pícara al chico de hebras rubias, quién la detalló con una pizca de sorpresa y cierto dolor punzante en su cabeza, pues la resaca aún no acababa.

—Miren quién está aquí, el señor polla parada las veinticuatro horas de los siete días de la semana —comenzó cuando los hermanos Jeon hicieron acto de aparición. Tomando aún de su vaso siguió por unos instantes los movimientos del chico que esperaba ver con anterioridad de que el contrario irrumpiera en la cocina.

—¿Y ustedes qué hacen aquí? —pasó por alto lo anterior dicho por la novia de su cuñado, sonando gracioso pero con una pizca de confusión al comprender que no solamente su cuñado estaba en su casa, sino que su prometida también le hacía compañía.

La pareja contraria compartió una mirada de complicidad, sabiendo a la perfección la respuesta a esa pregunta puesto que el día anterior había sido de locos. Risitas acompañaron su burbuja de complicidad, desconcertado un poco más al chico que mantenía en exhibición su pecho y abdomen desnudo.

—Pues, nosotros dormimos aquí, señor ebrio —contestó de una vez el chico de hebras azabaches, abrazando por detrás a la chica que sería su esposa.

—No es cierto, ningún invitado quedó después de que todo culminara.

—En eso te equivocas —se les unió la novia de su cuñado, acariciando las manos masculinas que le hacían cosquillas en el abdomen—, estabas tan metido en el estado de ebriedad que no te diste cuenta cuando nos quedamos en la habitación para invitados —culminó volteando hacia la derecha su rostro y dejando un beso en la mejilla de su pareja, colocándose de puntilla ya que la diferencia de tamaño era notable.

A partir de ese momento el silencio reinó en la cocina de esa mañana, donde una T/N preparaba más panqueques para los cuatro presentes al mismo tiempo en el que verificaba si la temperatura de la leche que tomarían sus hijos estaba perfecta; una parejita siendo romántica con muestras de afecto y uno que otro beso de por medio; y un JiMin mirando un punto fijo tratando de recordar al menos un poco de lo sucedido el día anterior.

Lo cierto es que sólo recordaba el haberse encontrado con su hyung en la mañana de ese sábado pasado, haber discutido sobre los últimos detalles de la celebración que le harían y sobre el invitado que más quería tener en esa especie de fiesta de bienvenida adelantada por su nuevo trabajo.

°•|¿Y si me besas?|•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora