°•|Extra IX|•°

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—No más preguntas, su señoría —volvió a su lugar tras haber finalizado su tiempo de interrogatorio, se hizo en la silla que le pertenecía contando con un porte que le daba la elegancia nata de un abogado firme, seguro, inteligente y astuto

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—No más preguntas, su señoría —volvió a su lugar tras haber finalizado su tiempo de interrogatorio, se hizo en la silla que le pertenecía contando con un porte que le daba la elegancia nata de un abogado firme, seguro, inteligente y astuto.

No mostró ninguna expresión en su rostro, manteniendo un semblante neutro al momento en el que condujo sus rubias hebras hacia atrás como acto de costumbre. La participación en aquella sala de juicio era el primer caso que su jefe le había asignado, y era uno que le gustaba mucho tratar, pues su deleite era poder gozarse de la capacidad suficiente en la que defendía a mujeres que eran agredidas por sus novios o esposos.

Al rubio le encantaba defenderlas en un juicio como en el que yacía en estos momentos, le fascinaba tanto el tender la mano a todas esas chicas que eran agredidas incluso por sus propios familiares. Sabía que cada caso era un reto no tan fácil de llevar, lo sabía muy bien. Sin embargo, eso no era razón ni motivo para mantenerlo en un estado de stop ante sus ansias por defender -de la mayoría de la sociedad masculina- al género que era juzgado y tachado bajo el estereotipo de ser el más débil.

Arreglando su saco espero que el jurado terminase de formular su última palabra ante el problema a resolver, el juez alternando su vista del rubio hacia el abogado defensor del agresor estudió todos y cada uno de los movimientos de ambos chicos.

Dió palmaditas mentales a los hombros de JiMin, pues su porte era el que estrictamente debía seguir en una situación como esa. Mientras el otro chico, pues, debía calmar un poco más los impulsos de sus nervios y convertirlos en aceros. De un momento a otro, el juez conectó miradas con el chico de hebras llamativas, elevando una de sus cejas tras haber presenciado en persona lo que con anterioridad el chico de hebras mentas le había expresado bajo palabras.

Quería estar seguro por más que confiaba plenamente en Min YoonGi, pues aparte de la buena amistad que ambos habían vinculado bajo una confianza segura e imperturbable, quería apreciar con sus propios ojos la gran verdad que el peli-menta le había comentado antes de informarse sobre el caso.

El caso se trataba de una mujer que sufría de agresiones por su marido, un acto que se ha vuelto común en los últimos días del año. La mujer quería su libertad puesto que sufría un infierno al lado del hombre que creyó con ceguera que la amaba tanto como ella a él, una obvia mentira moldeada con brillitos de un cuento de hadas más barato que una falsa ceja mal dibujada en el rostro de una persona.

Aquél hombre la trataba de lo peor, además de agresiones también se aprovechaba de ella incluso si la misma no lo permitía y ya no quería seguir en el mismo infierno. Por lo que presentó -con mucha valentía- un cargo de denuncia en contra de su propio marido, citando al ambiente de un juicio a que se resolviera de la mejor manera que podría esperar.

Por supuesto que al principio dudó mucho de la posibilidad de salir triunfante de aquel caso puesto que se había hecho oídos a la muy importante noticia de que el abogado que le habían brindado era un simple novato con su primer juicio a tratar. Dudó por unos instantes, y fue sino hasta que se volvió con el espectacular desenvolvimiento nato de un abogado ejemplar con el que JiMin tomó acto de viva participación.

°•|¿Y si me besas?|•°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora