°•|¿Y si me besas?|•°

°•|Capítulo 8|•°

—J-jiMin~ —jadeó, intentando apartar al susodicho mientras empujaba con sus pequeños puños el pecho del mayor.

Mas éste ni se movió tan siquiera un poco, quedó estático en su lugar, tomando como suyo el cuello de la menor.

Pegaba aún más su cuerpo contra el de su novia, sintiendo ya la deliciosa fricción que se hacía en ambas partes privadas.

T/N hacía todo lo posible por escapar del agarre de su novio, pues tenía algo que hacer en esa misma mañana.

—J-jiMin tenemos examen… n-no podemos faltar —continuó con su resistencia, fracasando en el intento.

La fuerza del azabache era tres veces mayor que la suya y mientras más se movía, más despertaba a la JiMin-conda, a como su amiga la pervertida le había dicho un día de la semana que el azabache no estuvo presente en las aulas.

Con un gruñido ronco, el azabache pasó de succionar aquel apetitoso cuello, a devorar esos suaves y parlanchines labios sonrosados.

—J-jiMin —comentó, una vez su cuerpo fue arropado por la grandeza de la anatomía del contrario.

El azabache si que ya iba enserio, pues sus inicios siempre tenían fin.

Ya se había relatado eso, ¿no?

Pues si, se repetiría las veces que fuesen necesarias ya que JiMin mismo le aclaraba esto a su jagi, siempre le susurraba que no dejaba inicios sin culminar.

Era así como una manera viable para que ella pudiese acceder ante sus insaciables ganas de poseerla.

Aunque en gran parte de la razón, era esa misma. JiMin detestaba realizar algo sin llegar a terminarlo.

Lo que ahora mismo le estaba sucediendo ya que llegaron de imprevisto, o más bien alguien llegó de improvisto.

—Hey, ya se hace tarde para… ups —comentó un castaño, sonriendo ladino ante tal escena que presenció.

Rápidamente, las pequeñas manos de la peli-ceniza apartaron con velocidad inverosímil al fornido cuerpo de su novio.

Cubrió con sus manos su sonrojado rostro, no queriendo enfrentar el encuentro embarazoso en el que su hermano les encontró.

—¡¿Por qué entras sin tocar?! —chilló de la vergüenza, consiguiendo una risa entre ambos hombres.

—Recuerden los condones, tienen una caja de sobra, par de conejos —salió de la habitación con una carcajada en compañía, la almohada voladora no le había golpeado, pues fue hábil y logró esquivarla.

—¡¡JungKook!! —chilló aún más fuerte, no aguantando más su vergüenza.

—JAJAJA

Y un JiMin no paraba de carcajearse por lo recién vivido.

La peli-ceniza le miró con un puchero entre sus labios, salió de la cama y corrió hacia el baño, llevándose tremenda sorpresa por lo que sus ojos ojearon.

—¡JIMIN-AH! ¡No puedo salir a la calle con este chupetón en mi cuello! —lloriqueó, causando que la ruidosa carcajada del susodicho aumentara en gran manera.