Capítulo 35: Regreso al pasado

4 0 0
                                    

Verónica's POV

Bueno después de haber estado en ese hospital varias semanas por fin me voy a casa, aunque la verdad que no sé si debo alegrarme por eso porque creo que estaba mejor allí. Sé que mis padres me quieren mucho y que se preocupan por mí, pero ni aún estando así como estoy se toman la molestia de ayudarme o atenderme por un sólo minuto, ellos siguen con sus cosas del trabajo y eso, y bueno mejor no hablar de mi hermano, que durante el tiempo que he estado en el hospital sólo ha venido un día y fueron diez míseros minutos y ni siquiera me miró ni me habló ni nada, no sé, puede que a lo mejor la opción que estaban hablando antes mis padres sobre que me vaya a la casa de Kimberly no es tan mala idea, después de todo ella es la única que verdaderamente se preocupa por mí y está ahí conmigo, aunque yo ni me acuerde de ella, junto con mis amigos y amigas claro.

Todos estos pensamientos se me están viniendo ahora a la cabeza y no sé porqué, pero ahora mismo estoy dentro del coche de mi padre, rumbo a una casa la cual no sé si es la de mis padres, la mía o la de Kimberly. Doy por hecho que tengo mi casa propia porque mis padres me dijeron que me independicé así que...

- Amelia: Verónica, ¡Verónica! - la voz de mi madre me hace reaccionar, la miro y asiento - ¿estás bien? - vuelvo a asentir y ella me sonríe - escucha hemos decidido tu padre y yo que a lo mejor era buena idea que te quedases en casa de Kimberly, ya sabes tu padre y yo tenemos mucho trabajo y no podremos estar contigo todo el tiempo ni atenderte - que raro siempre el trabajo, que excusa barata, pensé - lo entiendes ¿verdad?.

- S...sí - dije y les sonreí a ambos. Pocos minutos después llegamos a la casa, me bajé del coche y me quedé varios segundos mirando el edificio, se me hacía bastante familiar, supongo que es porque alguna vez habría venido aquí para ver a Kim.

Entramos al edificio y a cada paso que daba todo me era más familiar, pero decidí no pensar en ello ahora ya tendría tiempo. Después de unos minutos llegamos a su casa, todos se pararon en la puerta y mientras yo no podía dejar de mirar a mi alrededor y pensar en que todo aquello me era tan familiar como si fuera mi propia casa. Mi madre llamó a la puerta y a los segundos la figura de Kimberly aparecía detrás de esta, se veía muy hermosa no puedo negarlo, pero intenté que no se me notara la cara de idiota que se me quedó.

Al principio no quería venir aquí por dos razones, una porque no quería molestarla, y la segunda porque no sabía si ella querría tenerme aquí y porque no creí que me sentiría cómoda, pero a lo mejor no es una mala idea después de todo, sobre todo si me va a recibir así todos los días, con el pelo mojado cayendo lentamente por sus hombros haciendo que se vea jodidamente sexy , vestida con una camiseta de tirantes ajustada y unos pantalones cortos dejando ver sus piernas. No sabía cuanto tiempo me había quedado embobada mirándola pero debía ser mucho ya que escuché a todos gritar mi nombre.

- Todos: ¡Verónica!

- ¿S...sí? -pregunté agitando mi cabeza para intentar olvidarme de esos pensamientos.

- Amelia: ¿Te pasa algo cariño? - me preguntó con una media sonrisa, creo que mi madre sabía perfectamente que me había pasado y qué estaba pensando.

- N...no, e...estoy bien - le sonreí yo también. 

Después de eso mis padres dejaron todas mis cosas y se fueron, yo sólo me senté en el sofá porque no sabía qué hacer, no sabía si hablarla, dejarla o qué, así que sólo hice lo que primero que se me ocurrió. La vi alejarse y dirigirse a o que supuse que sería su habitación, minutos después escuche el ruido de un secador y ahí supe que estaba haciendo. A pesar de que me apetecía estar en casa de mis padres me gustó más esta idea, hace tiempo ya que siento que nadie se preocupa realmente por mí, que nadie me escucha y que nadie está ahí realmente para mí, pero desde que desperté y la vi a ella ahí, al lado de mi cama en el hospital, todo cambió, ella es la única persona que me hace sentir querida de verdad, a pesar de todo, y se lo agradezco mucho aunque aún no se lo haya dicho, porque ni siquiera sé cómo hacerlo, no sé si me creerá o no. Después de unos minutos dejé de escuchar el secador y oí cómo Kimberly se acercó a mi hasta sentarse a mi lado en el sofá, ninguna de las dos dijo nada, pero como yo no podía aguantar el silencio y quería agradecerla todo yo hablé primero.

- Gr...gracias po...por t...to...todo - dije mirando al suelo, pero cuando acabé alcé la cabeza, la miré y la sonreí tímidamente.

- Kimberly: ¿Gracias?, ¿porqué? - dijo algo confundida pensando - ¿por dejar que te quedes aquí?, ¿es eso? - asentí - ya...no hace falta que me agradezcas, total esta casa también es como si fuera tuya de todo el tiempo que pasabas aquí - dijo con algo de tristeza y la voz cortada. Alcé mi brazo y delicadamente acaricié su rostro haciendo que me mirara, limpié con cuidado la primera lágrima que asomó por su rostro.

- P...po...por fa...vor no llo...res - me dio una leve sonrisa y no pude evitarlo, la besé, llevaba tiempo queriendo hacerlo. El beso era lento, delicado, pero a la vez algo desesperado, como si llevasen tiempo queriendo volver a unirse. Sus labios eran carnosos y suaves que me hacían agonizar, me encanta el sabor de sus labios, aunque a causa de las lágrimas el beso se tornó a salado. 

Kimberly pasó sus manos por mi cuello y tiró de él para acercarme más a ella, yo la agarré por la cintura para atraerla a mí y la senté en mi regazo, el beso se convirtió en un intento desesperado por convertirnos en una. Ella pasó su lengua por mis labios pidiendo el encuentro con la mía, abrí mi boca y nuestras lenguas en seguida se encontraron, aquello se convirtió en lucha por tener el control, pero yo no dejaría que fuera ella quien lo llevara. La agarré fuerte de la cintura y me levanté del sofá con ella encima, pero sin dejar de besarnos, como pude me dirigí a su habitación, pero en el pasillo ella se quitó la camiseta que llevaba dejándome ver sus perfectos y preciosos pechos ya que no llevaba sostén, no podía aguantar más así que sin dejar de mirarla me fui corriendo a la habitación, cuando llegué tumbé a Kimberly cuidadosamente sobre la cama sin poder dejar de observarla.








La VerdadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora