Capítulo 1: Un Café

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Una pequeña casa, dos habitaciones, un baño, cocina y sala. No tiene lujos ni muchos detalles, pero se nota que es bien cuidada. Un pasillo con una puerta al final que lleva al patio trasero. Ahí se encuentra un pequeño garaje, al lado hay una puerta de sótano y seguido una casa de perro.

El aparente "pequeño" hogar de María José es su segundo tesoro más preciado, el primero es Máximo.

Son las 6:30 AM cuando justo suena la alarma en una habitación completamente oscura.

María se sienta en el borde de su cama luego de estirarse y apagar el despertador.

-Aún no entiendo porque me obligo a levantarme temprano. -Dijo luego de mirar la hora en el despertador y ver que eran las 6:37 AM.

Se levantó bostezando mientras me estrujaba la cara con las manos.

Rodó la cortina hasta mitad de ventana dejando que algo de claridad entrara para ver su camino en la habitación. No era mucha luz la que permitía que entrara, pero era suficiente para vivir sin tropezarse.

Se acercó a la única mesa de noche que tenía y miró su celular.

-¿Cuándo será el día en que yo despierte y tú... amigo mío tengas la carga al cien? -Le preguntó a su celular al ver que tenía un 67% y volvió a la ventana. -Menos mal... es un bonito día, hermoso y preciosa como la cumpleañera. -Dijo con una gran sonrisa mientras se daba palmaditas en el pecho.

Sí, era 31 de octubre y era su cumpleaños.

Caminó hasta la cocina, abrió la nevera y vio que debía ir de compras de inmediato o si se creía sobreviviente, al siguiente día. Sólo le quedaba un sorbo de leche, dos sodas de lata, un tomate a la mitad, varias especias, un galón de agua, un galón de jugo a la mitad y una manzana.

-Vamos, que mi día comienza sabroso. -Exclamó mientras cogía la manzana y se tomaba directamente del galón el poquito de leche que quedaba. -¿Al menos café negro puedo hacer? -Preguntó mientras veía cuanta harina de café le quedaba.

Puso a hacer su café y fue a la sala para poner las noticias en la televisión.

Luego de ver el informe del tiempo en las noticias volvió por su café para tomárselo de inmediato. Fue a su habitación para ponerse un pantalón corto y una camisa antes de salir al patio trasero.

-Claro que sí, venga hijo mío que usted si sabe que es mi cumple. ¡TE AMOOOO, hijo míoooo! -El amor de su vida, su hijo, un Pastor Alemán de un año de edad, dejó de jugar con la pelota vieja de baloncesto que había adoptado como su juguete favorito.

Él siempre la esperaba sentado en la puerta del garaje, pero era un día especial y él lo sabía. Corrió hasta su madre haciéndola caer para comenzar a jugar tirados en el suelo.

-Venga, chico, ¿lo de siempre? ¿Comida y agua? ¿Gustas algo más? -La Peli-Azul le preguntó a su hijo como cada día mientras abría la puerta del garaje donde guardaba bajo llave los alimentos y juguetes de su hijo.

Por supuesto, en ese garaje también guardaba algunos de sus juguetes de colección, tal vez unas ocho motos.

Le puso comida y agua nueva a su hijo. Normalmente, él dormía dentro de la casa con ella, pero cuando trabajaba no le gustaba dejarlo dentro de la casa.

En más de diez ocasiones su hijo se había desesperado esperando a su madre y había destrozado todo en el interior de su pequeño hogar. Al menos en el patio estaba seguro con su casita, su comida, agua, sombras y mucho espacio para correr libre.

Cuento que merece un final mejor {Caché G!P}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora