Capítulo 19: Dos lobos

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Poché abrió los ojos al sentir los besos de su hijo por su rostro. Ya había amanecido y Máximo estaba sentado en el suelo esperando que Poché le diera permiso para salir a jugar al patio trasero.

-Ve, hijo. -Máx salió casi disparado y la Peli-Azul se levantó.

Miró a todos lados y todo estaba en calma. La puerta de su habitación estaba cerrada y todas las luces apagadas. Entró al baño para hacer sus necesidades para luego lavarse la boca y la cara.

Entró a la cocina y buscó en su alacena algo para hacer de comer.

-Debería de comprar más comida. -Murmuró mientras sacaba el pan, los huevos, dos quesos y la mantequilla de la nevera. Lo único comestible que vio.

Buscó el sartén y lo encontró bajo todas la ollas y calderos que tenía, los cuales no eran muchos.

Encendió la estufa y echó un huevo a freír, pero casi de inmediato lo terminó botando porque se le había olvidado la mantequilla. Volvió a echar un huevo, pero esta vez con mantequilla y lo tuvo que botar porque se le quemó totalmente de un lado.

-¿Poché? -Calle entró luego de media hora a la cocina. -¿Por qué huele a quemado?

Poché se giró y sonrió de manera nerviosa al ver a Calle recién despierta y parada cruzada de brazos en el umbral de la cocina.

Además que no entendía lo bella que se podía ver con una de sus camisas viejas y un pantalón corto que ella utilizaba para pasar la pereza en su casa, pero a Calle se le veía perfecto.

-Nada, nada... Solo hago el desayuno, bueno hacía. -Poché señaló con una mano el plato con el sándwich de huevo y queso sobre la mesa para Calle y el suyo a un lado.

-¿Y por qué huele a quemado? -Preguntó Calle mientras rodeaba la barra de la cocina para sentarse frente a su plato.

-Dejé quemar algo, pero nada más. -Poché sonrió mientras que en la mano que había en su espalda sujetaba un vaso con los residuos de siete huevos: quemados, crudos, salados y pegados, pero quemados en mayoría.

-Huele rico. -Calle sonrió al ver el sándwich.

-Espero que te guste. -Poché se acercó de espalda a la bolsa de basura y dejó caer el vaso con los desechos. -También hice café.

Sí, Poché tuvo que salir por huevos extras, queso extra y leche para el desayuno.

-Es muy bonito. -Sonrió Calle.

-¿Bonito? ¿Por? -Poché le pasó la taza de café y tomó la suya antes de recostarse con sus codos de la barra para comenzar a comer.

-Que me hicieras el desayuno, no tenías que hacerlo. 

-Es normal, no bonito. ¿Sebas no te hace el desayuno cuando se despierta temprano? -Calle negó con la cabeza y se concentró en disgustar su trabajado desayuno.

Poché observó a Calle quien desde que mencionó el nombre de su novio había vuelto a parecer un perrito regañado.

-¿Por qué amanecí en tu cama? -Calle miró fijamente a Poché.

-Te dije que dormirías en mi cama. No te podía dejar dormir en un sofá toda incómoda. -Poché levantó una mano para señalar hacia la sala y Calle fijó su vista en sus costillas.

-Tienes tatuajes. -Calle había puesto la mirada específicamente en los tatuajes de la Motorista.

-Ya los habías visto antes.

Cuento que merece un final mejor {Caché G!P}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora