VIII

7 2 0
                                    


Han pasado varios días en los que he compartido bastante con Gabriel y parece que es una persona agradable, almorzamos juntos casi todos los días y al parecer le gustan los guisantes porque el otro día se comió todos los que llevé para mi almuerzo, ahora me dirijo a la sala de música ya que las clases acabaron, tal vez esté el profesor y me permita tocar un poco antes de cerrarla, cuando llego a la puerta noto que está medio abierta y me asomo para ver quien se encuentra adentro y ahí esta él, parece recién llegado, está sentado frente al piano, respira profundamente y empieza a tocar spring waltz 

Sin darme cuenta ya estoy a menos de un metro de distancia de él, sus manos parece acariciar las teclas con suma suavidad, como si no estuviera en este mundo, este chico toca de una manera espeluznante y no tengo idea de lo que quiere aprender de mí si toca de esta manera, deja de tocar de repente y se gira lentamente hacia mí, me mira un poco desubicado tiene los ojos un poco cristalinos al parecer iba a llorar mientras tocaba, al volver en si me da una sonrisa ladina y unas palmaditas en la silla para que me sentara a su lado.

-¿Ahora me espías amiga mía? –sigue sonriendo pero parece esconder algo-

-Yo solo... -no sé porque estoy tan nerviosa, solo me limito a mirar mis manos mientras jugueteo con ellas- quería practicar un poco y estabas aquí.

-Bueno pues practiquemos juntos, me lanza una mirada dulce que me hace erizar los bellos.

-No deberíamos estar aquí, no está el profesor porque ya terminaron todas las clases.

-¿Ves eso de allá? –Dijo señalando el techo- es la cámara de seguridad, mientras no hagamos nada indebido no hay problema de que estemos aquí.

-¿De verdad?

-Si confía en mí ¿te parece si tocamos a cuatro manos? –sigue regalándome esa sonrisa ladina que siempre lleva.

-Está bien.

Estuvimos tocando por varias horas o tal vez más, reímos bastante y aprendí nuevas cosas de él, era obvio que no podía seguirle el paso porque el parece profesional pero me tenía bastante paciencia.

-¿Qué harás mañana en la tarde?

-Estudiar ¿Por qué?

-¿Te parece si me acompañas a un lugar?

-¿Qué lugar?

-Un lugar sorpresa.

-Ummm no sé.

-Confía en mí.

-Apenas y te conozco –suelto sin más, puso una cara de decepción al parecer lo que le dije le dolió un poco- está bien iré.

Hasta que el amor termineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora