XXVI

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La sala de espera está cada vez más fría, las manos me tiemblan, la señora Greta está recostada en el hombro del señor Pablo, Alejandro está sentado en la silla frente a mí con la cara entre las palmas de su mano, todos estamos a la espera de lo que nos puedan decir los médicos, al acercarse un médico a nosotros nos ponemos de pie expectantes de lo que tenga que decir, mi corazón late con fuerza al pensar que la respuesta podría ser trágica.

-¿Familiares de Gabriel Bustamante? -asentimos- bueno en este momento se encuentra estable, está respirando por su propia cuenta por lo que lo sacamos de cuidados intensivos, si quieren pueden entrar a verlo pero solo una persona a la vez, pero tengan en cuenta que no está dormido sino sedado -dicho esto salió de la sala.

Compartimos una mirada para saber quién sería el primero al entrar, la señora Greta fue la primera, después el señor Pablo y luego Alejandro, quise quedarme de ultima para poder estar más tiempo junto a él.

Al tomar la perilla da la puerta mi cuerpo se tensó por los nervios, no sé si estoy preparada para vivir esto, pero debo ser fuerte, fuerte por él, por nuestro amor, siento que mi corazón late con más fuerza, cuando abro la puerta y lo veo ahí en esa cama con todos esos aparatos pegados a su cuerpo siento un gran nudo en la garganta, siento que pierdo fuerzas y caigo al piso sobre mis rodillas, no quiero verlo, no puedo, no soy tan fuerte como creí.

Llevo mis manos a mi rostro, un rostro que sorprendentemente está lleno de lágrimas me dejo llevar, saber que puedo perderlo me llena de dolor y lo único que puedo hacer es llorar como nunca lo he hecho en mi vida.

No sé cuánto llevo en el piso pero mis piernas hormiguean así que decido ponerme en pie, ya me siento mejor, termino de secar mis lágrimas y me acerco a la cama, de cerca se ve solo dormido y su rostro parece tener paz, toco su mejilla esa suave mejilla que ha recibido muchos de mis besos, la mejilla en la que se le hace un hoyuelo cuando sonríe, Dios esto es difícil, me siento a su lado y escucho el monitor que da su frecuencia cardiaca, sus latidos son suaves es como escucharlo tocar el piano, me recuesto suavemente en su pecho y mis lagrimas empiezan a salir de nuevo al pensar en que podré perderlo.

Gabriel

Mi cuerpo duele, me siento cansado, abro mis ojos y puedo notar que ya es de día, si de día, pero ¿de qué día? ¿Cuánto habré estado dormido? Siempre al despertar me hago la misma pregunta ¿habrán sido años o tan solo horas? Me llega un olor a uva y sonrió, el cabello de Emma huele a uva, Emma... en la presentación me veía con sus ojitos brillantes ¿Dónde estará? Me muevo un poco y siento algo sobre mí, veo su cabello negro y brillante ella está aquí, aquí conmigo en el hospital, no puedo evitar sonreír y siento lagrimas rodar por mis mejillas, ella lo sabe y sigue aquí.

Con uno de mis movimientos ella despierta y se sienta bruscamente, me mira con sus grandes ojos verdes parece haber llorado porque están rojos al igual que su nariz, le estoy haciendo daño, no decimos nada, solo nos miramos tal vez a la espera que el otro diga algo, ella suspira y me abraza.

-Me asustaste -dijo jugueteando con sus dedos y su mirada fija en ellos, está nerviosa eso lo sé- ahora sé por qué eres siempre tan tranquilo, y por qué siempre usas abrigo, y supongo que por eso no me sujetas de la cintura como las chicas de las películas, también sé que Alejandro no es una mala persona, ahora tiene sentido por qué desaparecías y aparecías medio zombi.

-No puedo alterarme, los resfriados no son para nada agradables, te sujetaría de la cintura, pero no sabía si eso te gustaba, él solo intentaba protegerme y estoy seguro de que no parezco zombi -ella sonrió- ¿estás segura de estar aquí? -su expresión cambio por una más severa-

-Tú pregunta me duele.

-Lo siento, por todo pequeña.

-¿Por qué no me lo dijiste?

-Tenía miedo, ya me han abandonado por estoy y...

-No soy igual a ella.

-Lo sé, me di cuenta hace mucho pero no quería arruinar ningún momento contigo -ella se puso en pie y empezó a respirar más rápido, intenta contenerse.

-Si lo hubiera sabido no te habría hecho hacer tantas cosas, habríamos estado en casa y sin hacer mucho esfuerzo ¿por qué siempre me seguías la corriente?

-Nada de ello me hacía daño pequeña.

-¡Mientes! No debías llevarme la corriente si te hacía daño.

-Lo que tú sugieres no es vivir Emma, es solamente estar vivo y no quiero eso ni para ti ni para mí ¿lo entiendes? -su mirada se suavizó y se volvió a sentar a mi lado.

-Promete que pondrás límites, que no te sobre esforzaras ¿sí?

-Solo si tú prometes que no cambiarás conmigo y me tratarás como lo has hecho todo este tiempo.

-De acuerdo -me dijo sonriendo, luego me abrazó.



Hola de nuevo... este capitulo fue hermoso, no sé a ustedes pero a mí me encantó 😍😍😍

Hasta que el amor termineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora