XXV

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El tiempo se detuvo frente a mí, viaje en el tiempo y recordé esa vez cuando tenía unos seis años, llegué ilusionada del colegio a casa y cuando abrí la puerta mi madre estaba tendida en el piso y parecía no respirar, era justo igual, ya había olvidado ese sentimiento pero sin darme cuenta revivió y tomó posesión de mí. Cuando reaccione corrí a él, estaba vivo pero respiraba con gran dificultad, unos minutos después llegó la ambulancia y nos dirigimos rápidamente al hospital.

Cuando llegamos lo llevaron a la sala de urgencias pero no me dejaron entrar así que solo me senté ahí sin saber que hacer ¿por qué paso esto? ¿será mi culpa? El tiene problemas para respirar y yo... yo... no, no, no tengo que decirle a su familia, llamé a su casa y nadie respondía, no tengo como comunicarme con sus padres pero si con Alejandro ¿el vendría por su hermano? No lo creo pero es la unica persona que puede ayudarme, llame y respondió al segundo tono:

-Vaya créeme que la última persona que creía me llamaría esta noche eras tú -mi corazón retumbaba en mi pecho- pero ¿a qué se debe el honor?

-Ga...Gabriel -mi voz salía entrecortada- él... él – escuche que empezó a respirar más rápido.

-¡¿Qué carajos pasó Emma?! -se oía alterado.

-Estamos en el hospital él... él -su voz me interrumpió.

-Voy para allá Emma -nunca lo escuche hablar así pero me reconforto un poco, pasaron unos quince minutos antes que llegara- ¿Qué fue lo que pasó Emma? ¿Cómo está el?

-La presentación, él estaba... yo... -me tomó por los hombros y me sacudió.

-Emma ¿qué han dicho los médicos? -dijo más tranquilo.

-Nada, solo lo ingresaron y no ha pasado nada más -me soltó y empezó a dar vueltas por la sala de espera.

-Haré una llamada, espérame aquí.

Se veía bastante preocupado, no creí que fuera así pero bueno al fin y al cabo es su hermano el que está ahí dentro, me senté y llame a mi padre, unos minutos después volvió Alejandro más calmado con un vaso de café, me lo ofreció y cuando lo acepte se sentó a mi lado.

-Es un idiota -lo miré severamente pero ni se inmutó- le dije que debía cuidarse, y tú no debías enterarte así y...

-¿Enterarme de qué? -lo interrumpí.

-Es complicado Emma, no debería ser yo quien te lo diga.

-Quiero saberlo, por favor dímelo. -me miró y en sus ojos había tristeza-

-Emma Gabriel está muy enfermo... y su enfermedad no tiene cura, no se sabe si le queda mucho tiempo y todo esto es... -dejé de escucharlo, me desconecté del mundo por un instante ¿enfermo? ¿terminal? No podía ser mi Gabriel... él es muy fuerte y lindo el... el no, no puede- cuando era pequeño desarrollo una enfermedad autoinmune, que avanzo y le afectó el corazón, por eso es que esta aquí y no sabemos si se pondrá mejor o... -le entregué el vaso y me dirigí a la salida, no tenía control de mi cuerpo y tampoco quería estar ahí, no quería seguir escuchando, sentí que me sujetaron de la muñeca, giré y Alejandro me miraba con el ceño fruncido- Emma piensa muy bien las cosas -suspiró- si vas a desaparecer hazlo y no dejes rastro, lo menos que quiero es ver a Gabriel sufrir por tu culpa, bastante intenté evitarlo.

Cuando llegué a la cafetería recibí una llamada de mi padre y quedamos de vernos ahí en quince minutos, aproveché el tiempo para pensar en Gabriel, ese chico que llegó a darle un vuelco a mi vida, descubrió mi secreto y no dijo nada, me llevo a un concierto en la playa, me trata dulcemente, siempre está para mí, se robó mi corazón y ahora parece que lo voy a perder para siempre, sentí una mano en mi hombro que me sacó de mis pensamientos.

-Princesa ¿Cómo estás?

-No lo sé -es verdad, no tengo ni idea de cómo me siento, creo que son demasiadas cosas juntas- él está... en cuidados intensivos creo... creo que esta grave y...

-¿Quieres llorar? -es una extraña pregunta, pero lo entiendo totalmente porque no he llorado desde que mi madre estaba viva, uno de los psicólogos dijo que era debido a una conversación que había tenido con mi madre donde me había pedido que no llorara y al parecer en mi mente se guardó ese mensaje.

-Si, pero no puedo -tenía mi mirada fija en el vaso, no me gusta que me vean con cara de compasión- ¿qué debo hacer papá? ¿Cuándo te diste cuenta de lo de mamá como decidiste seguir con ella?

-¿Crees que sería capaz de dejarla? La amaba con todo mi corazón -lo miré y estaba perdido en sus pensamientos- aun la amo con mi alma, pero es una decisión que solo tú debes tomar, yo intenté decidir por sí ¿sabes? Y me arrepiento totalmente.

-¿De qué estás hablando padre?

-Cuando él se alejó de ti fue mí culpa, yo le ordené que lo hiciera porque me entere de su enfermedad, no quería que sufrieras, yo sé lo que se siente perder a quien amas y no quiero que pasas por lo mismo, cuando le pedí que se fuera y no se acercara a ti no se reusó porque te quiere y eso se le nota cuando te mira -mi corazón se siente demasiado pequeño- él pensaba decírtelo pero tenía miedo, miedo de que lo abandonaras por eso.

-Yo no haría eso papá -las palabras salieron sin darme cuenta, pero siempre he creído que lo que se dice sin pensar es lo que siempre se está pensando, tengo miedo de lo que vaya a pasar, pero estoy más que segura que no me quiero alejar de él, yo no soy así- no pienso dejarlo, no sé cómo haré esto, pero no voy a huir como una cobarde -mi padre sonrió-

-Esa es mi niña.

Hasta que el amor termineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora