III

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Estoy en la sala de espera de los consultorios, no sé por qué te hacen llegar quince minutos antes si lo único que debes hacer es dar tu nombre en la recepción. Hay un chico sentado junto a mí con una silla de por medio, parece nervioso o ansioso tal vez si tiene ansiedad por eso viene al psicólogo, bueno no me importa, Dios si me importa no deja de mover las sillas con ese movimiento brusco de su pierna derecha.

-Los psicólogos no muerden –digo sin pensar, se me sale así nomas ¿Qué carajos me pasa que ya mi boca no se cierra?-

El chico sonríe un poco, así sin nerviosismo –No es eso lo que me molesta, simplemente no me gusta esperar, no sabía la hora exacta de mi cita así que estoy aquí desde hace media hora -vaya no me fije que estaba ahí cuando llegué- ¿y a ti por qué te tiene aquí? No pareces estar por gusto –dice sin quitar la mirada de en frente, bueno nada perderé por hablar con este sujeto- Creen que no tener amigos es extraño, tal vez un comportamiento psicópata -respondo con un tono sarcástico- y pues heme aquí obligada a estar en este sombrío lugar- no pareces de pocos amigos –dice dirigiendo su mirada hacia mí- Pues si lo soy, tengo ese no se qué que no deja a las personas acercarse a mí -de su boca sale una pequeña carcajada- creo que eres tú la que no se acerca a la gente -dice mientras vuelva a mirar al frente- ¿eres síquico? –Simplemente menea la cabeza y gira de nuevo su cabeza hacia mí- claro que no, y bueno mi nombre es...

-¡Señorita Emma! –Dice una voz desde la puerta al lado de las sillas de la sala de espera- pase por favor –me levanto y me dirijo hacia el consultorio que tiene el número dos escrito en la puerta- como me desagrada este lugar.

La psicóloga esta parada al lado de la puerta- Bienvenida, siéntate –solo me limito a sonreír y sentarme donde me indico- supongo que sabes por qué estás aquí ¿no es así?

-Sí, y tengo para decir que es una pérdida de tiempo, mi padre ya me llevo al psicólogo cunado era una niña y dijeron que así es mi personalidad, que no hay nada de qué preocuparse, simplemente no me gusta hacer amigo y ya.

-En eso estoy de acuerdo contigo y por lo que noté no se te dificulta hablar con personas.

-¿Por lo que notó?

-Sí, escuche tú conversación tras la puerta –dice mientras no deja de mirarme a los ojos con una sonrisa ladina ¿Qué le pasa a esta mujer?- hasta hiciste reír a ese pobre chico -¿Pobre? ¿De qué habla? Bueno eso no tiene importancia ahora.

-¿Que no le enseñaron que escuchar tras las puertas conversaciones ajenas es de mala educación?

-Si me enseñaron pero igual las reglas son para romperlas –dice mientras levanta sus manos mientras sus muñecas quedan a la altura de sus hombros, que agradable sujeta- y bueno me doy cuenta que el motivo de esta consulta no tiene sentido –oh por Dios ¡SI! No perderé más mi tiempo aquí- aunque eso no signifique que no habrán más consultas, haré tú vida interesante –pero si mi vida ya es interesante vieja loca- así que te propondré un reto, socializa con al menos dos personas esta semana y en la siguiente consulta me cuentas como te fue.

-¿Por qué debería hacerlo?

-Le diría a la coordinadora que rechazaste las sesiones –dice con esa sonrisa de "te tengo en mis manos señorita"- y ambas sabemos que solo por eso viniste.

-Está bien lo intentare, pero no prometo que entable algo más que una charla con dos personas, simplemente hablare a ver qué tal.

-Okey pero recuerda que soy la psicóloga medio loca y me daré cuanta si en verdad no hablaste con nadie –hace una pausa- te espero la próxima semana.

Y dicen que yo soy extraña...

Hasta que el amor termineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora