XVI

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Gabriel vino a recogerme esta mañana para llevarme al colegio como me prometió anoche, después de saludarnos nadie dijo nada más y solo se escuchaba la música que sonaba en la radio, no puedo sacarme el pensamiento de lo que paso anoche, saber que pudo pasarme cualquier cosa si Gabriel no hubiera llegado, tal vez cosas peores pasarían si la gente supiera mi identidad, podrían ir incluso a acosarme en mi casa, he visto muchos casos en internet y me da miedo lo que pueda pasar, Gabriel suspiró pesadamente como si respirara con dificultad, voltee a verlo y se veía mucho mejor que ayer, ya no se veía tan pálido, no traía su bufanda y no tenía las ojeras de ayer, se veía muy bien con su nariz perfilada, sus pestañas tan largas y crespas, su cabello castaño perfectamente cortado y arreglado, sus pómulos parecían esculpidos por los dioses y ni hablar de su perfecta línea del mentón, de verdad es bastante atractivo y más cuando sonríe y sus ojos se achinan un poco.

-Parece que intentas leer mis pensamientos, si sigues así me vas a traspasar con la mirada pequeña –anoche también me llamo así, no tiene lógica porque soy más alta que el promedio pero teniendo en cuenta la altura de él si soy pequeña, que frustrante- ¿pasa algo? –obviamente es extraño que lo esté viendo de esa forma debo cambiar el tema lo más rápido que pueda.

-¿Qué le pasó a tu moto?

-¿La extrañas acaso? –soltó una sonrisa burlona.

-Solo es extraño porque tú no te despegas de esa cosa –respondí mirando al frente.

-Pues me alejare de ella por un tiempo, me lo pido mamá porque cree que es peligroso ¿puedes creer semejante calumnia contra mi bebé? –Meneó la cabeza con una sonrisa- ¿a qué hora iremos por tu auto?

-Supongo que después de clases ¿tienes algo que hacer? Si no puedes no te molestes iré sola.

-No, no, no pequeña nada de estar por ahí sola.

Luego llegamos al colegio y la mañana transcurrió sin ninguna novedad hasta que llegó la hora del descanso, después de entrar al baño estaba lavándome las manos cuando entraron las estiradas, así las llamo desde que tengo memoria porque son más altas que las chicas normales y caminan como un avestruz, son tres en total bueno eran porque ahora Mikaela hace parte de su grupo al parecer eso de que se iba no se le dio para nada bien, estas se creen lo mejor del colegio pero tienen más plástico que cerebro en sus cuerpos.

-Miren a quien tenemos aquí –dijo Samanta la líder de las estiradas- una inocente criatura que cayó en las manos de los gemelos recién llegados.

-Son mellizos –dije sin prestarle mucha atención- permiso por favor –empezaron a reírse a carcajadas ¿será que les pasa algo? Quien sabe tal vez consumieron drogas.

-Eres muy graciosa –dijo Samanta parando de reír- quiero que te alejes de los gemelos.

-¿Por qué debería hacer eso? –dije encarándole, ella no me causa miedo más bien me da lástima- ¿Quién eres tú para decirme que debo hacer?

-Eres tan ilusa que no te das cuenta que están jugando contigo, que triste por ti.

-¿Jugando conmigo? ¿Tienes otra cosa que inventar?

-¿Crees que Gabriel en realidad es como aparenta? Pues estas muy equivocada, tengo una amiga que vive donde él vivía y era toda una joyita –su sonrisa se ensanchó pero mi expresión no cambió para nada- es un mujeriego que solo se acuesta máximo tres veces con la misma chica y luego las desecha como basura y ni hablar de todas las peleas callejeras que tenía, tú solo eres su entretenimiento del momento o quiere darse cuenta que se siente acostarse con una virgen mojigata como tú –por alguna razón lo que me dijo me dolió, no lo de mojigata y virgen eso me da igual, yo no creo que Gabriel esté mintiendo él parece una buena persona y no veo por qué tendría que fingir conmigo si al parecer no tiene interés en mi- ¿se te comió la lengua el ratón?

Hasta que el amor termineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora